Editorial Política

¡No es el diálogo, es la transición!

¡No es el diálogo, es la transición!
  • 15 de junio del 2016

El fujimorismo debe proponer ideas para convergencia

En los últimos días los periodistas antifujimoristas, liderados por El Comercio, han comenzado a emplazar al fujimorismo para que acelere los cronogramas del diálogo con la nueva administración de PPK. En parte no les falta razón. Sin embargo, para que un diálogo funcione y produzca acuerdos es necesario ubicarse en el punto de vista de los dos sectores que deben sentarse a la mesa. El periodismo antifujimorista solo observa un lado. Y allí hay grave problema.

Si nos ponemos en la perspectiva de otro lado, muy rápidamente notaremos que, en realidad, el tema de fondo no es la disculpa por el agravio ni qué sector insultó más. A nuestro entender lo que subyace a la superficie es que la democracia y la gobernabilidad ya no se pueden concebir sin el fujimorismo, y que es absolutamente legítimo que en el movimiento naranja se entienda que ha llegado el momento de iniciar la transición política inconclusa luego de la caída del fujimorato. Pero en el actual contexto, ¿qué significa la transición?

Es evidente que la transición no puede implicar amnistías ni indultos para los procesados y sentenciados por una democracia que avanza hacia su quinta elección sin interrupciones. Pero existe una verdad inobjetable: la actual democracia se construyó sobre las bases de las reformas económicas de los noventa y la Carta Política que promovió el fujimorismo; sin embargo, la idea general es que los herederos de los noventa eran la fuerza derrotada y excluida. Los relatos sobre los últimos 25 años se escribieron con las manos y humores de la izquierda y demonizaron sin contemplaciones al fujimorato. Y eso no va más, ya es imposible.

Los relatos tienen que multiplicarse y todas las versiones deben ser escuchadas y formar parte de la discusión. Pero, ¿cómo se llevan a cabo estas aproximaciones? Necesitamos con urgencia resolver los temas de gobernabilidad desde el próximo 28 de julio, y también reconocer el legítimo derecho del fujimorismo de encabezar la oposición, en abierta disputa con el radicalismo, de cara al 2021.

Aquí solo cabe que el fujimorismo elabore su propia idea de transición política que le permita proponer un pacto nacional para formar una comunidad política que reconozca la plena e indiscutible participación del movimiento naranja como protagonista de la nueva República que todos construimos. Casi estamos absolutamente seguros de que los únicos sectores que se auto excluirían de esta convergencia serían el Frente Amplio, el MAS de Gregorio Santos, el etnocacerismo de Antauro Humala, el nacionalismo de Nadine Heredia y el nobel peruano Mario Vargas Llosa. Siempre vale recordar que en todos los pactos conocidos las alas extremas se auto excluyeron y, con el paso del tiempo, desaparecieron.

El fujimorismo entonces tiene la obligación de plantear su idea de transición para que los insultos de una campaña recuperen su naturaleza de hechos anecdóticos. ¿Desea que la gobernabilidad se organice sobre una idea de formalización de la economía? ¿Tiene una propuesta alternativa en Educación a la fórmula de la izquierda que representa el ministro Jaime Saavedra? ¿Algo que proponer en descentralización? ¿Algo en reforma electoral? Si el fujimorismo propone y la nueva administración de PPK encabeza la nueva comunidad política que surgiría, entonces todos habríamos ganado: el Perú, la República, el crecimiento y la reducción de pobreza. Y posiblemente el más beneficiado sea el propio fujimorismo.

El crecimiento económico sobre la base de la inversión privada ha salvado la continuidad de la actual República, porque ha arrinconado a la pobreza y ha expandido a las clases medias. Pero el mal terminal de esta República continúa siendo la polarización fujimorismo versus antifujimorismo, que la izquierda está empeñada en mantener y desarrollar. En todo caso PPK tiene todos los atributos para liderar la transición. ¡Todos por la continuidad republicana!

 
  • 15 de junio del 2016

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