Editorial Política

Los partidos solo regresan defendiendo al capitalismo

AP, APP, Somos Perú y PPC consiguen victorias electorales

Los partidos solo regresan defendiendo al capitalismo
  • 09 de octubre del 2018

 

El triunfo de Acción Popular (AP) en la alcaldía de Lima, en 13 municipios distritales capitalinos y en 2 gobernaciones regionales; la victoria de Alianza para el Progreso (APP) en 5 alcaldías distritales capitalinas y 5 gobernaciones regionales, y la posición expectante del Partido Popular Cristiano (PPC) en Lima, según los resultados a boca de urna, han desatado especulaciones sobre un posible regreso de los partidos que organizaron la política en el siglo pasado. Si bien todo puede tratarse de un wishful thinking, porque el fenómeno bien podría reducirse al tsunami Jorge Muñoz en la capital, gestado para detener la candidatura autoritaria de Daniel Urresti, es muy interesante reflexionar sobre por qué la democracia peruana procesa dos décadas de democracia sin partidos.

La posibilidad de un regreso de algunos partidos del siglo XX solo se explica porque los proyectos personalistas que los sucedieron —de una u otra manera, justa o injustamente— terminaron asociados con la corrupción y demostraron incapacidad para desarrollar reformas, programas, discursos ideológicos e instituciones, más allá de las personalidades: Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski, entre otros.

Al margen de los argumentos legales y tecnocráticos que explican la ausencia de partidos, vale detenerse en la siguiente pregunta: ¿por qué Alberto Fujimori dominó la escena de los noventa y dejó una impronta política en las últimas dos décadas que parece declinar, mientras que los partidos simplemente desaparecieron? Quizá la respuesta tenga que ver con los dos grandes procesos económicos y sociales del siglo pasado: el velascato estatista y el fujimorato desregulador de la economía.

El velasquismo instauró una economía estatista, creó el Estado-empresario (que solo desataba déficit e inflación), reguló los mercados y extendió el proteccionismo. Es decir, el anticapitalismo. Los resultados: el ingreso per cápita cayó en 25% y hacia los noventa la pobreza alcanzaba al 60% de la población. El fujimorato, por el contrario, desreguló la economía, liberalizó el comercio y privatizó el Estado-empresario. Es decir, sentó las bases del capitalismo que hoy avanza. Los resultados: el PBI se triplicó y la pobreza se redujo a solo 20% de la población.

El gran problema es que el débil sistema de partidos del siglo pasado se sentó en el balcón y contempló cómo los militares o un outsider civil desarrollaban, para bien o para mal, las reformas económicas y sociales que sacudían el siglo XX. Y quizá el puntillazo final se organizó cuando en la década de los ochenta el sistema de partidos realmente existente fue incapaz de desmontar el Estado velasquista, lo que desató una las hiperinflaciones más devastadoras y un empobrecimiento general de la sociedad. Los partidos no se atrevieron a reformar la economía y la sociedad, pese a que el Perú se desintegraba con la hiperinflación y el terrorismo.

En ese contexto, el fujimorato de los noventa desarrolló las reformas que nos han permitido organizar el mejor momento económico y social de nuestra historia republicana y garantizar una continuidad democrática de dos décadas —que en el 2021 superará todos los récords de nuestra historia—, no obstante el fracaso de la clase política y el descrédito de las instituciones.

No es exagerado sostener que los actores políticos que reemplazaron a los partidos del siglo XX hoy también declinan porque no logran entender por dónde están las demandas de la sociedad. Por ejemplo, Fuerza Popular, no obstante tener una mayoría legislativa abrumadora, renunció a seguir impulsando nuevas reformas que agregaran continuidad y profundidad a los cambios económicos de los noventa. Es decir, las reformas que el Perú necesita con urgencia para profundizar el capitalismo y expandir el bienestar.

Por todas estas consideraciones, es incuestionable que si los partidos del siglo pasado hoy pretenden regresar al escenario grande de la política deben definir su posición frente el capitalismo. Al respecto, siempre vale recordar que no hay democracia y libertades en el planeta sin economía de mercado, sin una economía en la que el sector privado represente una mayoría abrumadora.

 

  • 09 de octubre del 2018

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