Editorial Política

Los límites del capitalismo aldeano

Los límites del capitalismo aldeano
  • 07 de septiembre del 2015

Sobre los grupos económicos locales opuestos a la gran inversión

Una verdad inobjetable es que el gobierno nacionalista no ha sabido resolver los conflictos sociales originados alrededor de la inversión en recursos naturales. Las inversiones mineras, generalmente, se desarrollan en sociedades rurales donde los déficits de infraestructuras, energía y ausencia de derechos de propiedad son más notorios que en los sectores modernos del país. Sin embargo en esas regiones menos competitivas el crecimiento de las últimas décadas ha permitido el surgimiento de una dinámica capitalista local que, ante la llegada de una gran inversión como la minera, demuestra sus claras limitaciones.

Politólogos, sociólogos o analistas, han analizado la dinámica de los conflictos proponiendo diversas tesis. Los orígenes y las consecuencias de los conflictos dependen, en cierta manera, del cristal con que se mire el problema.

En estas dos décadas el país ha transitado por un rápido proceso de capitalización resultado de las reformas liberales de los noventa. La nota distintiva de este proceso ha sido haber liberado las fuerzas productivas de los tapones estatistas, propiciando así un crecimiento que ha permitido reducir pobreza como nunca en la historia republicana. Pero así como los estudiosos señalan que hay un Perú oficial y un Perú real, también hay dos capitalismos, dos dinámicas que, muchas veces, se contraponen ferózmente.

Las costuras de estas dos dinámicas se notan claramente en algunos de los principales conflictos sociales. Por ejemplo, si revisamos de dónde y cómo se financia una parte de la oposición al proyecto cuprífero Tía María encontraremos que detrás del radicalismo está el gremio de agricultores de arroz, cebolla y ajos. En Cajamarca sucede lo mismo: una parte de la radical oposición al proyecto Conga se explica en la intervención de los exitosos productores de lácteos de la zona ganadera de Chugur. Y en Sechura, Piura, las protestas contra la empresa de hidrocarburos Savia son azuzadas por los exportadores dedicados a la maricultura.

Generalmente los empresarios locales reaccionan contra las grandes inversiones en recursos naturales porque modifican radicalmente el promedio de los ingresos de los trabajadores y pobladores. De pronto, los costos de producir lácteos o cebollas se incrementan considerablemente porque existe un “aumento general de salarios”. También existen las reacciones de empresarios locales que demandan contratos de las corporaciones, pero que, en muchos casos, carecen de la tecnología y las economías de escala para proveer los servicios.  

Gran parte de la explicación de los conflictos sociales entonces puede estar en el desencuentro entre las fuerzas de estos dos capitalismos. Es en estos contextos, que aparece el radical, el extremista, que con financiamiento foráneo consigue el apoyo de los capitalistas locales.

Detrás de lo que parece un tsunami estatista radical en los conflictos sociales hay en realidad una demanda de infraestructura, energía, derechos de propiedad, de modo tal que la transformación de los mercados que producen las grandes inversiones se conviertan en una oportunidad para seguir actuando en mercados más grandes, crecer y desarrollarse. Es decir, estamos ante demandas de mercado.

Los capitalismos locales tienen un límite. No pueden seguir creciendo si las empresas mineras lanzan un chorro de prosperidad en algunas zonas de la región. En el Valle del Tambo la llegada de Southern distorsionaría la oferta laboral a un nivel que sería imposible para los agricultores. En Chugur y Sechura pasaría lo mismo.

Si el estado ingresara a las zonas donde se desarrollan las inversiones en recursos naturales, cumpliendo su tarea y asumiendo todas sus responsabilidades, es evidente que los empresarios locales se convertirían en los mejores aliados de las olas modernizadoras que conllevan las grandes inversiones. Semejante ofensiva del estado permitiría reconocer que ambas dinámicas del capitalismo tienen el mismo fin y que una alianza entre ellos haría evidente la potencia del mercado para distribuir prosperidad. La izquierda se quedaría sin argumentos ante el avance del capitalismo peruano.

 
  • 07 de septiembre del 2015

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