Editorial Política

La hoguera de Loreto

La hoguera de Loreto
  • 02 de septiembre del 2015

¿Qué hay detrás del paro general en esa región amazónica?

Las protestas y violencia que se han desatado en Loreto, evidentemente, son el resultado de la campaña de la izquierda que ha encontrado una zona y el momento adecuado para agitar las banderas estatistas. La reciente toma de una planta de Pluspetrol para expresar “solidaridad” con la propuesta de que Petroperú asuma el Lote 192 es parte de esa estratagema.

Sin embargo el radicalismo puede actuar porque las fuerzas democrática se abstienen del problema, se mimetizan con el extremismo, pero también porque hay razones económicas y sociales de fondo. Entre ellas están en la crisis económica que ya sufre esa región como consecuencia de la caída del precio del petróleo y la ineficiencia del Estado nacional y regional. Ambos factores ha generado el malestar social que presenciamos.

El menor precio del crudo le ha significado a Loreto la caída drástica de sus ingresos por canon petrolero. En el 2014 dichos ingresos fueron de S/.153.3 millones, mientras que este año recibirá solo S/.43.9 millones, ¡menos de un tercio!. Y para el 2016 se ha presupuestado un ingreso de solo S/.67 millones.

Además, en los últimos cuatro meses las petroleras Perenco y Gran Tierra Energy se han visto obligadas a despedir a alrededor de 4,000 trabajadores por la caída del crudo. La primera redujo su personal al tener que bajar la producción de los yacimientos que explota en el río Napo, y la segunda paralizó sus trabajos de exploración en Requena.

Lo que Loreto quiere es que el Estado compense el menor canon y lleve nuevos proyectos de inversión que impulsen su desarrollo. Excepto la izquierda, los demás sectores no son intransigentes respecto a que solo Petroperú explote el Lote 192, ya que conocen sus malos antecedentes, como la contaminación brutal de hace años en Pacaya-Samiria, el manejo deficiente del oleoducto o los incontables casos de corrupción en los tiempos del estatismo.

Loreto también demanda que el Estado le ayude a cargar la deuda de S/.800 millones de soles que contrajo el gobierno regional para financiar la nueva red de alcantarillado de Iquitos, la cual -según la prensa loretana- ha colapsado por haber sido mal diseñada. Esta demanda se explica porque la deuda compromete a toda la región. Por ejemplo, los distritos -como Putumayo o Andoas-, y también la Universidad Nacional de la Amazonía, que han visto recortados sus presupuestos en 50%, deben destinar hoy el 30% de sus magros ingresos a pagar esa deuda.

Hay entonces, tras las protesta loretana, un mar de fondo que no se aprecia desde Lima. Loreto sigue siendo una región que, desde la era del caucho (1870-1920), no conoce la prosperidad económica estable. Está desconectada del resto del país y el estado NO ha sabido impulsar la explotación de sus inmensos recursos naturales, fuera del petróleo.

Loreto posee una enorme reserva maderera lista para ser extraída y una biodiversidad que ofrece oportunidades de negocios: flores exóticas, plantas ricas en químicos y sustancias medicinales, eco-turismo, industria forestal, cadena productiva forestal, etc.

No obstante ese potencial, la realidad de Loreto es dramática: el 45% de los loretanos no tiene agua, el 35% no tiene electricidad, la tasa de mortalidad infantil es de 38 por cada mil nacidos y la desnutrición crónica afecta al 34% de sus niños. El  37% de los loretanos vive en extrema pobreza; sólo el 61% de los niños va a la escuela, la deserción escolar es de 19% y la tasa de analfabetismo 7%.

Las circunstancias económicas actuales son difíciles, pero el Estado no debería darle la espalda a Loreto. El conflicto actual es una oportunidad para, además de compensar los menores ingresos por canon, impulsar en Loreto la inversión privada que crea empleo y riqueza. Un primer paso sería cancelar las fracasadas concesiones madereras otorgadas el 2002, y entregarlas a empresas que tengan capital y experiencia, para que las exploten y de esa manera se genere trabajo, capital y mercados.

Las autoridades loretanas y las organizaciones sociales de la región demandan una mesa de diálogo con el gobierno, lo cual nos parece razonable para evitar la violencia. La agenda está clara, al parecer.

  • 02 de septiembre del 2015

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