Editorial Política

Las fuerzas de la paz

Las fuerzas de la paz
  • 26 de febrero del 2015

Más allá del justo rechazo al espionaje deplorable, deben prevalecer la responsabilidad y el realismo político. Tres hechos y nuevos protagonistas han marcado la historia reciente de las relaciones entre el Perú y Chile. Los primeros son el crecimiento impresionante del intercambio comercial, la nueva dinámica de migración entre los dos países y el fallo de la Corte Internacional de La Haya. Y los nuevos protagonistas son los empresarios, que han relegado a un segundo plano a los antiguos actores centrales de la relación, los políticos y militares. Es en este contexto que debemos analizar el caso de espionaje de malos peruanos digitados por militares chilenos, aparentemente a espaldas de su gobierno. Bajo la hegemonía de los antiguos actores - políticos y militares- el  nacionalismo era agitado de manera recurrente por los primeros para btener de esa manera apoyo político y por los segundos para conseguir más presupuestos. Esta realidad ha ido cambiando en las últimas décadas con el avance del protagonismo empresarial, que con sus inversiones e intercambios ha ido tejiendo sólidos intereses comunes. Hoy el Perú y Chile tenemos una misma visión de desarrollo político y económico -democracia y libre mercado- hemos abierto mutuamente nuestros mercados al intercambio comercial y las inversiones que en pocos años ha alcanzado niveles inéditos. La dinámica de los mercados ha construido fuertes lazos que difícilmente podrán ser rotos por aventuras militaristas a estas alturas de la relación. Las cifras hablan por sí solas. En enero último el intercambio de inversiones privadas entre Perú y Chile alcanzó los US$ 20,000 millones, según la Cámara de Comercio Peruano-Chilena. De ese total US$13,000 millones son inversiones chilenas en el Perú y US$ 7,000 millones inversiones peruanas en Chile. Las peruanas están principalmente en los rubros de servicios y retail, y ahora también en la industria, pues hace unos meses un grupo peruano realizó la inversión más grande al comprar la cementera Lafarge Chile por US$ 550 millones (hoy cementera Melón). El fallo de La Haya fue clave porque impulsó el optimismo y el 2014 el intercambio comercial peruano-chileno creció más de 14%. El optimismo también alcanzó a las poblaciones y disparó la migración de manera impresionante: casi el 50% del 1’446,689 turistas que llegaron al Perú el 2014 fueron chilenos. Y el tráfico de personas entre Tacna y Arica alcanzó el pico histórico de 5.5 millones de traspasos. La sentencia de La Haya marcó un hito porque cerró el último diferendo territorial y porque los dos países se han comprometido a ejecutarla y respetarla. Fue un logro mayúsculo de la diplomacia peruana y del derecho internacional, pero sobre todo ha sido un punto de quiebre que marcó el inicio de una nueva era de optimismo y mayor cooperación en las relaciones bilaterales, como lo demuestran las cifras reseñadas. El espionaje denunciado afecta nuestra soberanía y por ello mereció la respuesta firme del Perú, hace unos días, cuando la oposición y el gobierno se unieron para rechazar juntos el acto hostil y demostrar que el Perú estará siempre unido ante cualquier amenaza. La Cancillería ha manejado muy bien el tema por los canales diplomáticos al enviar una nota de protesta en la que identifica a dos marinos chilenos que pagaron sobornos a los peruanos a cambio de información militar clasificada. Ahora solo queda que el Gobierno chileno los investigue y sancione como corresponde, para que podamos voltear la página de este episodio. Pero también debemos asumir el problema en su debido contexto: el caso ocurrió cuando estaba abierto el diferendo marítimo con Chile. Hoy ambos países estamos inmersos en construir una nueva relación que deje atrás siglos de recelos. No podemos detenernos porque tenemos un futuro promisorio común, somos líderes de la Alianza del Pacífico, socios en la APEC y tenemos una visión compartida del desarrollo. No caigamos en el juego militarista que pretende avivar rencores añejos ahora que los dos pueblos tenemos hoy más razones para trabajar juntos. En esta nueva era de relaciones, millones de chilenos visitan nuestra tierra para confraternizar con nuestra gente, mientras que decenas de miles de migrantes peruanos ayudan a construir el progreso de Chile. Y en esta dinámica, el pueblo chileno está haciendo suyas muchas manifestaciones culturales peruanas: nuestra comida, nuestras procesiones, nuestra música, etc. Es así como se forja una verdadera paz y amistad entre las naciones.   25 - Feb - 2015  

  • 26 de febrero del 2015

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