Editorial Política

¡La gran oportunidad de la reconstrucción!

Estado, sector privado y sociedad en un solo esfuerzo

¡La gran oportunidad de la reconstrucción!
  • 27 de marzo del 2017

Estado, sector privado y sociedad en un solo esfuerzo

En medio de las desgracias de más de 120,000 damnificados y 742,000 afectados, 90 muertos y 29,000 viviendas destruidas, paradójicamente, el proceso de reconstrucción del país que se avecina representa una gran oportunidad para reformar el Estado, relanzar el crecimiento económico y desarrollar la infraestructura nacional que reduzca brechas y distancias entre los peruanos.

Si bien el jefe de Estado ya anunció que es la Presidencia del Consejo de Ministros la encargada de liderar la reconstrucción, en el Estado se necesita un nivel de recentralización de competencias y funciones para desarrollar el proceso con eficiencia. Pero al mismo tiempo se necesita organizar nuevas relaciones de colaboración y fiscalización entre los gobiernos central, regional y local.

Por ejemplo, la reconstrucción del norte no solo pasa por rehabilitar las carreteras y construir nuevos puentes, sino también organizar un nuevo espacio de desarrollo urbano. ¿Qué significa algo así? En primer lugar, tener una política de Estado para el represamiento de 30 ríos de la vertiente del Pacífico y reorganizar las ciudades de la costa con sistemas de drenaje profundo. En otras palabras, se requiere recuperar el concepto de planeamiento urbano en armonía con la naturaleza. Si avanzamos en ese camino no solo sobrará agua para los habitantes de la costa y existirán ciudades sostenibles y viables, sino que la agricultura florecerá, convirtiendo al Perú en una potencia agroexportadora del Pacífico.

Si bien objetivos de este tipo requieren diversas reformas —como la creación de un mercado para inversiones en agua—, algo fundamental es que los tres niveles de gobierno establezcan nuevas relaciones y superen el descuartizamiento de la autoridad estatal que desató la llamada regionalización del país.

En este contexto es imposible siquiera imaginar la reconstrucción del país al margen del protagonismo del sector privado nacional e internacional. Si bien el fisco nacional tiene recursos —como nunca en su historia— creer que solo el Estado puede desarrollar este proceso es volver a convertirnos en la república del yerro. Solo una mentalidad ideologizada puede considerar que los burócratas serán los únicos héroes de la reconstrucción, al margen del sector privado y de la sociedad. ¿Qué hacer entonces para conseguir una alianza inédita entre el Estado y el sector privado?

El Estado —a través de los gobiernos nacional, regional y local— debe desarrollar un verdadero shock de simplificación administrativa para lanzar un plan de reconstrucción de infraestructuras que posibilite convocar al capital privado. La inversión que se va a requerir es monumental. La consultora Macroconsult, por ejemplo, ha establecido que las pérdidas causadas por las lluvias y huaicos es de US$ 3,124 millones hasta el momento, una cantidad que equivale a 1.6% del PBI. Convocar capitales e inversiones para reconstruir y construir requiere que se desarrollen todos los ajustes necesarios para promover asociaciones público privadas (APP) y obras por impuestos con extremada rapidez, transparencia y control de la sociedad.

Si no existe el sentido de urgencia en las reformas, el desastre echará por la borda cualquier posibilidad de relanzar la economía. Macroconsult señala que en el 2017 solo se crecerá en 2.9%. En el BCR también se ajustan las proyecciones de expansión económica a la baja: de 4.3% a 3.5% En otras palabras, la lluvia y los huaicos ya están mermando el PBI. Antes otro huaico, el de Lava Jato, había paralizado cerca de la mitad de los US$ 18,000 millones que el gobierno pensaba destrabar en obras de infraestructuras.

La velocidad con que el Estado se reforma, se destraba y convoca inversiones, también debería implicar entonces que se agilicen todos los procedimientos administrativos y judiciales para que las empresas comprometidas en casos de corrupción transfieran sus activos, y que las APP hoy paralizadas vuelvan a echarse a andar.

Si el gobierno y las autoridades locales actúan con ese espíritu de urgencia y reformas no solo se garantizará una reconstrucción eficiente, no solo surgirán ciudades sostenibles y se potenciará como nunca la agroexportación, sino que también se habrán sentado las bases de un nuevo Estado moderno y se habrá recuperado el impulso del crecimiento para seguir reduciendo pobreza y expandiendo a las clases medias. Y los peruanos habremos convertido la tragedia en una oportunidad, tal como siempre ha sucedido en las grandes sociedades.

  • 27 de marzo del 2017

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