Editorial Política

La desaceleración que no nos deja

La desaceleración que no nos deja
  • 12 de diciembre del 2014

El alto costo de haber dinamitado desde el poder la confianza del sector privado

El 2014 se convirtió en un año en que todas las proyecciones económicas debieron ajustarse hacia la baja. En la mayoría de los pronósticos siempre había una duda benévola a favor del Perú: ¿Cómo así la estrella de América Latina podía frenarse demasiado? Las últimas proyecciones indican que solo creceremos entre 2.6% y 3% del PBI. Y los vaticinios para el 2015 también empiezan a ajustarse hacia abajo.

El gerente general del Banco Central de Reserva, Renzo Rossini, acaba de informar la causa principal del frenazo: este año la inversión privada caerá 1.9%, una cifra mayor al 0.4% que se esperaba. Y, para agravar el panorama, la inversión pública también descenderá en el orden de 3.3%.

Cualquiera sea el ángulo de enfoque, las noticias son terribles. Una interpretación condescendiente con la desaceleración nos dice que el frenazo se explica por la caída de los precios de los minerales. Sin embargo, en este Portal hemos sostenido hasta la saciedad que las caídas en las cotizaciones del cobre y el oro ( alrededor del 15%), por ejemplo, de ninguna manera le restan competitividad a las inversiones mineras habida cuenta que, en la última década, los precios treparon en más del 200%.

A estas alturas la principal explicación del porqué el 2014 se apagó la estrella económica reside en los factores internos. Se dinamitó la confianza del sector privado, de los grandes inversionistas y también de los medianos y los chicos. Todos los mercados, los formales y los informales se contrajeron. Y, de pronto, la inversión privada que representa alrededor del 25% del PBI se estancó y el 2014 empezó a caer.

Una de las razones del milagro económico fue el constante crecimiento de la inversión privada (por encima de los dos dígitos), que representa el 80% del total de la inversión en el país y es la primera fuente de empleo, de reducción de la pobreza y de la expansión de las clases medias. Bueno, pues, la mala política, al menos el 2014, ha matado a la gallina de huevos de oro pese a los esfuerzos del ministro de Economía, Alonso Segura.

¿Quién apagó a la estrella de América Latina? La respuesta es clara: El gobierno nacionalista, más allá de que algunos pretendan usar el detergente de los precios internacionales para lavarle la cara al frenazo. Los mercados son organismos que respiran información pública. La administración nacionalista, durante sus dos primeros años de gobierno, solo se dedicó a arrojar gases tóxicos: la permanente sospecha de la reelección conyugal, el intento de restablecer el monopolio de los combustibles, una confrontación sin cuartel con la oposición y reiterados discursos del jefe de Estado sobre “empresas de lucro versus supuestas empresas con fines sociales” que envenenaron la confianza de los agentes económicos.

Los esfuerzos del ministro Segura y de los titulares reformistas de los sectores productivos siempre se estrellaron y, seguramente, continuarán colisionando con las tormentas y huracanes que azotan a la cúpula de Palacio. Finalmente, los ministros no son magos para modificar la impresión que se han creado los agentes económicos.

No obstante que hay un sector del Gabinete claramente empeñado en enfrentar el frenazo económico ante el desmadre político que afecta a Palacio, vale insistir en ese viejo aserto que señala que nunca es tarde para rectificar. Nunca, ni siquiera el último día en el poder.

  • 12 de diciembre del 2014

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