Editorial Política

Engordando al enemigo

Engordando al enemigo
  • 31 de mayo del 2016

Pasiones fomentan reacciones autoritarias

Las heridas sociales y políticas que está causando el desarrollo de la segunda vuelta electoral son de extrema gravedad y, sorprendentemente, la cuarta elección nacional sin interrupciones —un hecho inédito para la República sin exclusión del mundo andino— podría alumbrar una sociedad enconada, enfrentada, sin puentes ni caminos para dialogar. Pero lo más grave de todo es que el clasismo que se comienza a notar en la contracampaña hacia un candidato, tarde o temprano, desencadenará reacciones de consecuencias impensadas.

Antes una aclaración necesaria. En el caso de ganar el fujimorismo la elección nacional, El Montonero se pronunciará por desarrollar los contrapesos y equilibrios necesarios para el movimiento naranja, como una manera de continuar construyendo una sociedad abierta hacia el siglo XXI. Dicho esto, ¿qué puede desencadenar el intento de etiquetar el voto a favor del fujimorismo como el respaldo a la corrupción, la violación de DD.HH. y ahora el narcotráfico, luego de que Keiko ha sostenido que se enfrenta a un “candidato de los ricos”?

A nuestro entender, en grandes sectores del electorado fujimorista empezará a fermentar una reacción clasista a la inversa y, tarde o temprano, surgirán los adjetivos contra “los limeños y los pituquitos”. Una vez más, la política avanza a contracorriente de los grandes impulsos constructivos que han generado el mercado y la inversión privada en los últimos 25 años. Hoy la economía de de mercado ha derribado las cordilleras que separaban a la sociedad criolla de la andina y, de una u otra forma, los ricos y pobres del Perú no tienen mucho que ver con las cunas, los abolengos o estamentos, sino con los méritos en el mercado.

Semejante tendencia organizadora y constructiva de la sociedad empieza, una vez más, a ser amenazada desde la política, desde el espacio público. Si la mitad del electorado que votó por el fujimorismo en primera vuelta es permisivo con la corrupción y el narcotráfico, inevitablemente aparecerá el clasismo de abajo que, por ser amplia mayoría, es extremadamente peligroso para la sociedad. Quizá bastaría recordar el proyecto fascista de Antauro Humala y del etnocacerismo que se sustentaba en la superioridad de la "raza cobriza". ¿No lo recuerdan? A reflexionar entonces, a dejar de lado las pasiones y a recuperar la cordura.

Otro hecho terrible que merece subrayarse es la convergencia mediática que se ha producido, sin anestesia, en contra la candidatura fujimorista de parte de América Televisión, El Comercio y La República. Nadie le puede negar el derecho a los medios a tomar partido, porque sucede con el The New York Times y los mejores medios del planeta. Pero nunca a costa de sacrificar las reglas de la libertad de prensa.

En este balotaje se pretendió vincular a Keiko Fujimori al lavado de activos en base a un audio y un supuesto pronunciamiento de la Drug Enforcement Agency (DEA) que nunca existieron. Todo era falso. No hubo disculpas, ni las rectificaciones necesarias, ni las renuncias correspondientes. En un error absolutamente criticable José Chlimper entregó un paquete de información a Panamericana Televisión, en el que existía un audio editado. En un acto preciso el canal canceló el programa en el que se emitió el audio, e incluso renunció un miembro del directorio. Panamericana Televisión asumió el papel del buen periodismo frente al error. ¿Cuándo sucederá algo parecido en América Televisión?

Contemplar a PPK leyendo un editorial de El Comercio para atacar a su adversaria, ¿qué sentimientos puede desencadenar en el elector? A los colegas desbordados por las pasiones no les preocupa que la ausencia de autorregulación desate los autoritarismos y los poderes oscuros que se agazapan detrás de las propuestas de regulación de la libertad de prensa. No les preocupa que la imagen de los medios detrás de un candidato legitime la propuesta autoritaria de la izquierda que plantea estatizar, “cogestionar con el pueblo”, “regular las señales radioeléctricas” para que “todos tengan derecho a la información”

¿En qué momento se fue la cordura? ¿Hasta dónde podremos ignorar que, en realidad, estamos engordando las bases sociales del autoritarismo y todas las formas de intolerancia?

 
  • 31 de mayo del 2016

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