Editorial Política

El problema no es la migración, ¡es Maduro!

Estatismo desata crisis humanitaria en Venezuela

El problema no es la migración, ¡es Maduro!
  • 24 de agosto del 2018

 

El problema no es la migración de los hermanos venezolanos que llegan al Perú, sino el estatismo y la dictadura del régimen chavista que ha causado en Venezuela una de las crisis humanitarias más devastadoras de la historia de América Latina. El país llanero es la vitrina del “socialismo del siglo XXI”, cuyos “logros” nos recuerdan las tragedias humanitarias de la Guerra Fría y la Cortina de Hierro en el siglo pasado.

Con una economía que se ha reducido a la mitad desde el 2013, con una inflación proyectada para el 2018 de más de un millón por ciento y con cambios de moneda que ya nadie recuerda, más de ocho millones de venezolanos solo comen una sola vez al día y siete cada diez han perdido más de diez kilos de peso. Las nuevas generaciones llaneras llegan al mundo sin vacunas, sin atención de salud básica —faltan medicinas y material médico en más del 90% de los casos— y el 94% de los niños no consume lácteos.

¡Dios mío! ¿Cómo entonces no van a escapar de esa devastación nacional? ¿Cómo no van a intentar emigrar las madres gestantes y los padres de niños que sueñan con que sus hijos crezcan en mejores lugares. ¿Qué padre renunciaría a un futuro decente para sus retoños? Hoy que vemos que algunos intentan levantar una ola xenófoba en contra de la migración al Perú de estas víctimas del socialismo y del estatismo, solo resta denunciar la hipocresía que intenta echar un velo sobre el chavismo, ocultando que las masivas migraciones de venezolanos a Colombia, Ecuador y Perú solo tiene un responsable: el castrismo latinoamericano.

Una de las grandes falacias de “los nacionalistas autóctonos” parte del criterio de que las migraciones masivas se pueden detener (en el Perú existen más de 370,000 migrantes llaneros). En este portal sostenemos que si América Latina y el mundo entero no asumen una actitud más agresiva y definitoria con el chavismo y el castrismo, nadie podrá detener la migración llanera, tal como sucedió alguna vez en el Perú cuando los criollos capitalinos ideaban estrategias para detener las migraciones de la sierra que terminaron andinizando la costa peruana. Los fenómenos sociales tienen explicaciones políticas y económicas.

El debate entonces no debería estar alrededor de si detenemos un fenómeno social indetenible, sino en cómo derribamos, de una vez por todas, al régimen chavista y al castrismo en la región. Y cómo organizamos al Estado y a la sociedad peruanos para recibir la ola migratoria en mejores condiciones. No podemos limitarnos a sanciones y denuncias diplomáticas contra el castrismo. Se necesitan mayores decisiones y acciones.

De otro lado, el Estado peruano debería olvidarse de cualquier desliz populista; como el último del Gobierno, que pasa por exigir un pasaporte inalcanzable en Venezuela, en donde no existe pan ni papel higiénico. Con el objeto de evitar mayores problemas al país, el Estado debería concentrarse en recibir a las madres gestantes, a los niños menores y a los ancianos, suministrándoles las vacunaciones y asistencias de salud mínimas. La respuesta evidente será: el presupuesto no alcanza para un Perú que todavía tiene a seis millones de ciudadanos bajo la línea de pobreza. Es verdad. Pero si el Gobierno no asume una estrategia mínima a favor de esta población vulnerable que ingresa al país, entonces estaremos empujando a la sociedad peruana a enfrentar epidemias y problemas de salud que hoy ya no existen. Algo se debe hacer, no solo para preservar a los peruanos, sino porque la sociedad peruana está hecha de migraciones internas e internacionales.

De otro lado, es conocida la estrategia del castrismo, que busca desprestigiar a las poblaciones que huyen de las tragedias, tal como sucedió con Cuba en los ochenta. El castrismo suele abrir las cárceles para que los delincuentes se mezclen con las madres y los niños desnutridos que emigran. En ese sentido, el Ministerio Público y la Policía deberían montar un sistema de monitoreo con Interpol en las fronteras para evitar el ingreso de los malhechores de Maduro.

En cualquier caso, no solo se trata de humanidad, de caridad o de visión cristiana. Deslindar con el xenófobo repentino es emplazar a quienes pretenden lavarle la cara al “socialismo del siglo XXI”.

 

  • 24 de agosto del 2018

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