¡El Perú clama por acuerdo Ejecutivo - Legislativo!

El pepekausismo y el fujimorismo tienen la palabra

Luego de la renuncia del Vicepresidente Martín Vizcarra al portafolio de Transportes y Comunicaciones, de pronto en los sectores del extremismo antifujimorista parece haber surgido la conciencia de que en democracia es imposible gobernar sin o en contra de la mayoría legislativa. Esa repentina lucidez incluso se manifiesta en los sectores que semanas atrás planteaban la delirante tesis de la disolución del Congreso. A estos hechos habría que sumar la clara constatación de que la coalición mediática anti Congreso también parece haber llegado a la conclusión de que es imposible continuar con la antipropaganda en contra de la mayoría legislativa, a menos que empujemos la democracia al abismo.

Si las cosas son así, entonces, en medio de la terrible crisis política y económica que envuelve al país, de alguna manera todos empezamos A avizorar la salida. El sector del radicalismo antifujimorista que había copado un sector del oficialismo también parece empujar hacia un acuerdo Ejecutivo - Legislativo. En este contexto, al fujimorismo solo quedaría demostrar lo que siempre sostuvo: que sin renunciar a su papel opositor, el movimiento naranja estaba dispuesto a poner el hombro por la gobernabilidad.

A entender de este portal la única manera de avanzar hacia un entendimiento entre pepekausismo y fujimorismo pasa, en primer lugar, por superar la discusión sobre qué sector tiene la primera responsabilidad en esta polarización que ya empieza a bloquear el crecimiento económico del Perú. En el primer trimestre el país solo creció 2%. Debatir sobre las responsabilidades y los agravios es postergar la urgencia de los acuerdos y los entendimientos.

En segundo lugar, la agenda de los acuerdos debe abordar las cosas que unen y luego los temas que distancian. Por ejemplo, entre el pepekausismo y el fujimorismo existe una agenda común con respecto a las reformas que el Perú debe implementar para volver a crecer tasas altas y seguir reduciendo pobreza como en las últimas décadas. En otras palabras, entre ambas fuerzas existe la necesidad de superar la llamada “trampa de ingresos medios”, que condena a las sociedades de ingreso medio a la ralentización del crecimiento y que las empuja al vacío de la recesión. Este tipo de países, luego de reducir pobreza con rapidez, se estancan y vuelven a aumentar este flagelo, propiciando la resurrección y el triunfo de los populismos y estatismos, tal como sucedió en Venezuela y Argentina.

Al lado de los temas que unifican se debe acometer los temas espinosos. Por ejemplo, la situación carcelaria del ex presidente Alberto Fujimori y la posibilidad del indulto. Cuando hay voluntad de acuerdo, todos los caminos conducen a Roma.

En tercer lugar, la posibilidad de un entendimiento solo puede surgir de una cumbre entre el presidente Kuczynski y Keiko Fujimori a solas, pero con una agenda abierta al país. Cualquier otro camino es una provocación, es parte de las estrategias del ninguneo del radicalismo antifujimorista, tal como aquella propuesta que señalaba que los ministros eran los encargados de reunirse con la lideresa de la oposición. El presidente Kuczynski y Keiko Fujimori son los líderes políticos nacionales investidos de soberanía, de voto popular, en los últimos comicios nacionales. Es decir, solo ellos pueden gestar el acuerdo nacional, tal como ha sucedido en todas, absolutamente en todas, las democracias del planeta.

En realidad ni el pepekausismo ni el fujimorismo pueden resistirse a este movimiento por la convergencia nacional. El pepekausismo sigue rodando cuesta abajo, sumando error tras error, precisamente por la falta de este entendimiento con la mayoría legislativa. Y si bien el fujimorismo sigue fortaleciéndose en esta polarización, en el momento en que el Ejecutivo abandone el consejo del extremista antinaranja y plantee el entendimiento nacional, resistirse o negarse simplemente enemistará a los naranjas con la población.