Editorial Política

¡Avanzando a la trampa de ingresos medios!

El país aumenta pobreza en medio de resurrección del populismo

¡Avanzando a la trampa de ingresos medios!
  • 26 de junio del 2017

El país aumenta pobreza en medio de resurrección del populismo

El Perú comienza a acercarse peligrosamente a la recesión. Crece apenas por encima del 2% del PBI y acumula tres años seguidos de caída de la inversión privada, mientras se desploma la inversión pública. Expandir la economía a esos niveles tan bajos automáticamente nos convertiría en una sociedad que vuelve a incrementar pobreza, no obstante que en la última década y media lideramos la reducción de este flagelo social en la región.

¿Qué significa semejante escenario económico y social? Que de alguna manera el Perú ya ha comenzado a caer en la temida trampa de ingresos medios. ¿A qué nos referimos? Algunas sociedades que logran mantener tasas altas de crecimiento, debido a una primera generación de reformas, logran reducir pobreza significativamente y alcanzar un ingreso medi,o en comparación con las sociedades más pobres y las más desarrolladas. Es el típico caso de nuestro país. Los países de ingreso medio ya no pueden seguir pagando salarios bajos como los pobres, pero tampoco pueden competir con los desarrollados por la escasa complejidad de su economía. En este contexto, la ausencia de una segunda generación de reformas ralentiza el crecimiento y genera el remolino de la trampa de ingresos medios.

Una vez que se cae en la mencionada trampa es muy difícil salir. El Banco Mundial, por ejemplo, ha establecido que solo 13 países de los 101 que ingresaron a la trampa de ingreso medio en los sesenta lograron salir del empantanamiento y avanzar hacia el desarrollo. Latinoamérica parece ser una sociedad condenada a la trampa de ingreso medio, con los ejemplos de Venezuela, Argentina y Brasil. Pero aquí viene lo interesante y trágico a la vez: apenas se cae en la trampa comienza la involución hacia las propuestas estatistas y populistas porque las nuevas clases medias —que dejaron de ser pobres ayer— se vuelven proclives a la demagogia y el populismo de las izquierdas antisistema.

El Perú, pues, empieza a caer en esta trampa en medio de una resurrección de los populismos y demagogias. El escenario sobre el cual se escenifica esta posible tragedia es la polarización Ejecutivo - Legislativo, que comienza a tragarse el crecimiento y la posibilidad de desarrollar una segunda generación de reformas. Por ejemplo, hasta hoy en el Congreso parece no existir la consciencia de qué significa la decisión legislativa de prohibir el uso de leche en polvo importada en la elaboración de los productos lácteos. La mencionada medida viola los acuerdos suscritos por el país con la OMC, la Carta Política y los tratados comerciales, y a nadie parece importarle demasiado el asunto. De otro lado, un Ejecutivo con demasiadas energías dedicadas a la polarización política es uno de los boletos más seguros a la ingobernabilidad.

El gran problema para todas las fuerzas promercado y prodemocracia es que desbarrancarse en la trampa de ingreso medio, en medio de la resurrección de todas las formas de populismos, finalmente es organizar el proscenio sobre el cual el antisistema podría celebrar su triunfo en el 2021. Siempre vale recordar que antes de la llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela nadie imaginaba que algo así podría suceder en una sociedad típica de ingreso medio, que gozaba de elevados estándares de bienestar y de una de las mejores infraestructuras físicas y sociales regionales.

Ahora en el Perú parece no existir tiempo para discutir sobre los problemas institucionales del modelo, las reformas educativas y de salud, la solución de los problemas de infraestructura ni la urgente reforma laboral. La ralentización del crecimiento nos obliga a la urgencia, a preguntarnos cómo hacer para relanzar el crecimiento y volver a crecer a tasas aceptables para seguir reduciendo pobreza.

Sin embargo quizá habría que señalar que contemplamos el resultado inevitable de una sociedad que se resiste a desarrollar reformas de segunda generación, y que avanza inexorablemente a la temida trampa de ingreso medio. Si las cosas son así, entonces las medidas de urgencia para relanzar el crecimiento de ninguna manera deberían estar divorciadas de una nueva oleada de reformas estructurales.

  • 26 de junio del 2017

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