Editorial Política

¡A recuperar la política!

Principal error del Ejecutivo en primer año de gestión

¡A recuperar la política!
  • 26 de julio del 2017

Principal error del Ejecutivo en primer año de gestión

El primer año de la gestión del presidente Kuczynski podría ser resumido en una simple frase: la ausencia total de política en la conducción de los asuntos del Estado. Una jefatura de Estado de un tecnócrata y un Gabinete conformado también por una mayoría de técnicos, nos revelaron que en democracia todavía no se ha inventado nada para reemplazar a la política y los políticos. Finalmente, como suelen decir los especialistas, la democracia es el gran invento de la humanidad que se hizo para evitar la guerra, para tramitar de manera pacífica el conflicto. Y la única energía que moviliza a la democracia es la política.

Si en el primer año de gestión la administración pepekausa perdió tres ministros, la responsabilidad no solo estuvo de lado de la mayoría legislativa, sino sobre todo en los clamorosos errores políticos del oficialismo. Por ejemplo, nombrar a Jaime Saavedra como ministro de Educación era como escribir la crónica de una muerte anunciada. Al margen de los méritos técnicos de Saavedra, era evidente que, ante el menor error, la mayoría legislativa iba a pisar el acelerador opositor por la sencilla razón de que el ex ministro de Educación era una especie de némesis política del fujimorismo. ¿Cómo explicar entonces su nombramiento? Evidentes errores del tecnócrata.

En la base de semejante error político estaba la creencia en el oficialismo de que se podía gobernar sin o en contra de una mayoría legislativa. Por las características de un gobierno dividido (Ejecutivo pepekausista y Legislativo con mayoría absoluta del fujimorismo) que permite nuestra Carta Política y que sancionó la última elección nacional, el mandato político era incuestionable: ambas fuerzas tenían que entenderse.

No obstante que hubo momentos de abierta colaboración entre Ejecutivo y Legislativo, tales como el voto de investidura del Gabinete Zavala, como la delegación de facultades legislativas al gobierno y la discusión del presupuesto, es evidente que esa falta de entendimiento entre pepekausas y fujimoristas hizo que todos los errores oficialistas alrededor del aeropuerto de Chinchero y los despropósitos del ex contralor Edgar Alarcón determinaran la renuncia de dos ministros. Con acuerdos y convergencias, quizá los resultados hubieran sido diferentes.

Pero la ausencia de política en el oficialismo no solo se expresó en picos de polarización que superaron largamente a los enfrentamientos promovidos en el pasado gobierno nacionalista, sino que tuvo consecuencias directas en el pobre desempeño económico del 2017. Es incuestionable que el caso Lava Jato y el fenómeno de El Niño costero explicarán por lo menos dos puntos menos del PBI; pero si el Perú apenas crecerá algo más de 2% este año, en gran parte, también es responsabilidad del actual Ejecutivo.

Nadie entiende por qué razones en el último trimestre del 2016 se aplicó un frenazo económico, en precisos momentos en que se acumulaban tres años de caída de la inversión privada y de retroceso de la inversión pública. Nadie lo entiende. Se necesitaba entonces impulsar la inversión pública a todo vapor.

Pero eso no es todo. El gobierno se había propuesto destrabar US$ 18,000 millones de inversión en obras de infraestructura, pero la ausencia de una política de Estado que armonizara la lucha contra la corrupción con el crecimiento económico, terminó paralizando inversiones claves. El Perú es uno de los pocos países afectados por el caso Lava Jato en que las inversiones en infraestructura se han detenido, afectándose a miles de trabajadores y diversas cadenas de pagos.

La ilusión que nos generó el resultado de las elecciones nacionales pasadas, que estableció un Ejecutivo de una derecha proempresarial y tecnocrática y un Legislativo con mayoría de una derecha plebeya y emergente, se esfumó en el primer año de gestión pepekausa por la evidente falta de política en el Ejecutivo. Quizá haya espacio para el optimismo porque, de una u otra manera, todos los peruanos, Ejecutivo y Legislativo, han aprendido de la importancia de la política en democracia y quizá la tecnocracia oficialista haya desarrollado un interesante aprendizaje. En todo caso, allí está la segunda cumbre entre PPK y Keiko Fujimori para seguir apostando por la alegría en Fiestas Patrias.

  • 26 de julio del 2017

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