Globalización

La crisis europea es la crisis de la economía

La crisis europea es la crisis de la economía
  • 27 de junio del 2016

Las consecuencias de la salida del Reino Unido de la UE

El retiro del Reino Unido de la Unión Europea y la resurrección de los nacionalismos en el viejo continente nos confirman que la historia es demasiado caprichosa para avanzar en línea recta y ascendente. La historia avanza en círculos y en zigzags; y lo imprevisible, el cisne negro, siempre puede asomar. Sin embargo hay algunas regularidades que sí se cumplen. Por ejemplo, en la historia de la humanidad cuando los pueblos comerciaban e intercambiaban, generalmente, había integración y periodos de paz prolongados. Pero cuando los reyes, los estados, los nacionalismos y los extremismos religiosos, impedían el comercio, resurgían el conflicto, el localismo y la posibilidad de la guerra.

La única explicación del retiro del Reino Unido de la Unión Europea es que el proyecto económico de la unión ha fracasado, no obstante que las democracias europeas y todas sus libertades son los ejemplos más avanzados de sociedades abiertas. Europa es una de las regiones de menor crecimiento en el planeta y, a todas luces, la explicación está en el fracaso y colapso del llamado estado de bienestar. La relación gasto estatal/PBI en los países europeos está alrededor del orden del 50% del PBI; la presión tributaria sobre el sector privado y la sociedad oscila entre el 35% y, a veces, sobrepasa el 60%. Si a esto le sumamos que el eje franco-alemán y los demás países industrializados (Reino Unido entre ellos) tienen que financiar los estados de bienestar de países sin riqueza ni revolución industrial —como Grecia, por ejemplo—, la economía del euro se ha convertido en una de las menos competitivas del planeta.

Yanis Varoufakis, ex ministro de Finanzas de Grecia, con motivo del lanzamiento del manifiesto del Movimiento Democracia en Europa (DiEM25), escribió un artículo sosteniendo que la actual crisis de Europa debe rastrearse en los orígenes de la Unión Europea. “Esta comenzó como un cártel de industrias pesadas, decididas a manipular precios y redistribuir ganancias monopólicas mediante una burocracia radicada en Bruselas. Para poder fijar precios en toda Europa, también había que fijar los tipos de cambio”, sostiene. Varoufakis señala que los países de Europa eran democráticos, pero las instituciones económicas de Bruselas estaban “cartelizadas”. Margaret Thatcher, en una de sus últimas intervenciones ante el Parlamento británico llegó a sostener: “quien controla el dinero y los tipos de interés controla la política de Europa”.

El economista Mauricio Rojas, profesor adjunto de Historia Económica de la Universidad de Lund, en Suecia, pone un ejemplo estremecedor de la manera cómo el continente donde se desató la I Revolución Industrial ha perdido competitividad: desde 1975, en California se han creado 26 compañías que están entre las 500 más grandes del planeta, mientras que en Europa solo se ha creado una. Un ejemplo contundente de un sistema económico “cartelizado” y que no premia el esfuerzo de los innovadores de los mercados.

Si a las sociedades europeas que retroceden en competitividad, productividad e innovación, que deben cargar con la cruz del estado de bienestar, le agregamos las masivas migraciones que produce la propia integración europea y la crisis del Medio Oriente, entonces, tenemos todos los ingredientes que explican la situación actual. Cuando una sociedad crece por la intensa productividad, las migraciones se convierten en verdaderas bendiciones porque aumentan el bono demográfico e incrementan la fuerza laboral. En Europa la bendición de la migración se transforma en maldición por el estado de bienestar.

Todo parece indicar, entonces, que el retiro del Reino Unido de la Unión desatará una ola nacionalista en el viejo continente y en el mundo. Escocia, empeñada en permanecer en la UE, posiblemente se distancie de Londres. La resurrección nacionalista está en curso en Polonia, Hungría, en la propia Francia —con Marine Le Pen— y en otros países europeos. La presencia de Podemos en España y de Donald Trump en Estados Unidos, nos señalan que los valores que le permitieron a Occidente liderar las revoluciones industriales, que han extendido la prosperidad en la humanidad, han sido olvidados por el propio Occidente. De pronto, el mundo parece despertar en una época parecida a las primeras décadas del siglo XX, cuando nacionalismos y bolchevismos se disputaban la primacía en las propuestas contra la sociedad abierta y el mercado.

La lección es clara: los liberales y demócratas tienen que seguir persistiendo en la globalización y la construcción de una ciudadanía planetaria; pero sin olvidar que la democracia y la libertad son imposibles al margen del mercado, la desregulación y el libre comercio. En todo caso, la historia es demasiado terca en sus enseñanzas.

 
  • 27 de junio del 2016

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