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Estatismo, populismo y corrupción en América Latina

Estatismo, populismo y corrupción en América Latina
  • 20 de junio del 2016

Los casos de Venezuela, Argentina, Brasil y Bolivia

José López, viceministro de Obra Pública durante el largo periodo del régimen kirchnerista, fue encontrado por la Policía Federal argentina enterrando más de ocho millones de dólares. Gabriela Zapata, ex pareja del presidente boliviano Evo Morales, ha sido acusada como la cabeza del tráfico de influencias en favor de una firma china proveedora del Estado; Morales sería parte de esta organización delictiva. En Brasil, autoridades, políticos y funcionarios son acusados y llevados al banquillo por formar parte de uno de los andamiajes de corrupción más grandes de la historia, en el llamado caso “Lava Jato”. En Venezuela, desde el régimen del extinto ex presidente Hugo Chávez hasta el ahora presidente Nicolás Maduro, se conocen graves y escandalosos casos de corrupción. Solo para poner un ejemplo, las cifras oficialistas señalan un millón de viviendas sociales construidas, y una investigación de la oposición democrática indica solo 300,000. ¿Adónde se fue el dinero?

¿Qué tienen de común los escándalos de corrupción en los cuatro países de la región? Allí en los países donde se instalaron regímenes estatistas y populistas terminaron en estrepitosos fracasos económicos y funestos escándalos de corrupción. El estatismo de cuño izquierdista y el populismo siempre van acompañados. La historia demuestra que los régimenes estatistas se legitiman en democracia y elecciones, para luego entronarse construyendo un hiperestado y destrozando luego el equilibrio de poderes, la libertad de opinión, al sector privado y a la libertad. El software político ha sido igual en Venezuela, Argentina, Brasil y Bolivia. Mientras la región gozó del ascenso del precio de los commodities, en los países mencionados el caudillo —ya sea Chávez, Kirchner, Evo o Lula— agrandó el Estado a través de voluminosos programas sociales que se convirtieron en proyectos de clientelaje y chantaje hacia los más pobres. Así, el caudillo pudo cambiar Constituciones, re-reelegirse y arrinconar a la oposición y a la prensa libre.

Pues bien, la historia también indica que los estatismos y los populismos no duran para siempre. Allí tienen el proyecto soviético que se esfumó en un tris, apenas hubo aires de libertad y cambio. Pero además, allí donde se ha impuesto el estatismo el descalabro económico se convierte en realidad. Venezuela atraviesa por la peor crisis económica de toda su historia republicana, y la recesión brasileña tiene hasta el 2021. Argentina se ha ajustado para equilibrar el enorme déficit fiscal; y Bolivia, a pesar del buen juicio macroeconómico mostrado los primeros años, ya empieza a conocer el desbalance que han provocado los quince programas sociales.

No hace falta ser pitonisa para saber que el estatismo y el populismo llevan al fracaso. Hoy en la región hay dos modelos: uno, el estatismo populista fracasado; y el otro modelo que con países como Chile, Perú o Colombia, a pesar del delicado contexto internacional, sigue creciendo y reduciendo la pobreza.

Desde este portal insistiremos en defender la libertad, la democracia, el mercado y al sector privado contra el cáncer de los estatismo y populismo.

 
  • 20 de junio del 2016

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