Argentina, país en retroceso sostenido

Es el único país que ostenta el lamentable e increíble “récord” de haber transitado del desarrollo hacia el subdesarrollo                                                                                  

Seis décadas de alternancia en el poder entre dictaduras militares y gobiernos peronistas le han costado a Argentina el triste récord de ser el único país que ha transitado del desarrollo al subdesarrollo. Si en el siglo XIX y a inicios del XX el mundo admiraba Argentina por su notable desarrollo, hoy la compara con la ruinosa Venezuela, por su asombroso deterioro.

La economía argentina ha pagado los platos rotos por una larga era populista que se remonta al primer gobierno del general Juan Domingo Perón y su esposa Eva (1946-1952), fundadores del Partido Justicialista. Tras la muerte de Perón, su partido se dividió en grupos antagónicos que se reclamaban peronistas por igual: Desde populistas de centro, hasta los terroristas filo marxistas “montoneros” o los del grupo armado de ultraderecha Triple A.

Néstor Kirchner, iniciador de la corriente “kirchnerista”, fue un peronista  filo marxista. Varios miembros de su gobierno y del actual gobierno de su viuda, Cristina Fernández, integraron en los 70 la facción “montoneros”. De allí su afinidad con los regímenes marxistas de Venezuela, Bolivia, Cuba y Nicaragua.

Los gobiernos peronistas -excepto el de Carlos Menem, parcialmente- aplicaron políticas económicas populistas y mercantilistas que desembocaron en crisis recurrentes a lo largo del Siglo XX, al acumular grandes déficits fiscales y una creciente deuda externa.

El 2002 Argentina tocó fondo y su PBI bajó 18% respecto a 1998. Según el estudio “La pobreza en la medición de la pobreza en Argentina, ”del Centro de Investigación en Economía Política y Comunicación (CIEPYC), en el 2003 el 54% de los argentinos cayó por debajo de la línea de pobreza,. Después hubo un período de recuperación que duró sólo seis años porque se sustentó de nuevo en la expansiòn del gasto público, así como en las excelentes condiciones financieras internacionales y la reestructuración de la deuda.

Con los esposos Kirchner al poder, el 2007 la inflación volvió a desatarse, y la respuesta del régimen fue control de precios, control de cambio, restricciones al comercio exterior y ocultamiento de la inflación. La actual presidenta Fernández continúa esa política, pero además ha ahuyentado la inversión privada y propiciado la fuga de capitales al estatizar empresas privadas, como la petrolera Repsol, agravando con ello la crisis. Según las consultoras privadas argentinas, la inflación aumentará más de 28% este año, respecto al 2013, ( 10.6%).

En su informe semestral "Perspectivas Económicas Globales", el FMI ha pronosticado hace poco que Argentina apenas crecerá 0,5% este año  y 1% en 2015, como consecuencia de su alta tasa inflacionaria, la devaluación y su estancamiento productivo.

El deterioro de la economía le ha costado al peronismo su derrota en las tres últimas elecciones de parlamentarios y gobernadores. Fernández fracasó además en su intento de cambiar la Constitución para reelegirse, y ha tenido que retroceder frente a Repsol, con la que negocia ahora su posible retorno o el pago de una cuantiosa indemnización.

Argentina se ha convertido así en un ejemplo que nos enseña primero cómo terminan los países que aplican políticas económicas irresponsables, y segundo que es imposible mantener la economía y la política separadas por mucho tiempo, pues cuando la política persiste en obstaculizar el avance de la economía, ésta, inevitablemente, tropieza y se cae.