Editorial Economía

Problemas en el sector forestal

Problemas en el sector forestal
  • 06 de julio del 2016

Nuevas inversiones forestales podrían agregar US$ 5,000 millones al PBI

En los últimos días el ministro de la Producción, Piero Ghezzi, ha sido optimista con respecto al impacto que tendrán en el futuro los nuevos lineamientos del sector forestal, diseñados y ejecutados durante su gestión. No podemos negar que hay avances para impulsar al sector forestal como un motor de crecimiento económico; sin embargo, el entusiasmo tiene un límite. Por declaraciones del ministro Ghezzi hoy sabemos que, a pesar de lo avanzado, todavía no existen las hectáreas necesarias para que se otorguen las concesiones de plantaciones forestales. ¿Por qué?

Con la promulgación de la Ley Forestal y de Fauna Silvestre (N° 29763) y su posterior reglamento se ha logrado agilizar los engorrosos procesos burocráticos; pero es evidente que persisten problemas, sobre todo para otorgar las concesiones. Una de las razones es porque el Perú no ofrece condiciones ni garantías a los inversores, debido a la incapacidad del Estado para titular las tierras y resolver los conflictos sociales. A todo lo anterior se añade la falta de conectividad vial, de puertos y de infraestructura en energía.

Pero uno de los motivos más importantes para que el sector privado no se muestre interesado es porque no hay oferta de espacio para las plantaciones forestales. El enfoque del Estado es priorizar los dos millones hectáreas de tierras deforestadas en la selva y los cinco millones disponibles en la sierra. No obstante que, para ser rentable el negocio, el sector privado requiere extensas áreas de cultivo con bajos niveles de conflicto. Sucede todo lo contrario, porque en la selva las hectáreas están dispersas, y en la sierra la infraestructura es escasa y hay diversos conflictos sociales.

El ministro Ghezzi ha señalado que su despacho está mapeando la oferta en regiones como San Martín y Huánuco. Si el enfoque ecologista radical —como todo indica— no se hubiera impuesto en el Estado, hoy tendríamos a los bosques amazónicos como una reserva para las futuras inversiones. El enfoque ecologista radical plantea NO tocar los bosques amazónicos para “conservarlos”. Semejante premisa es una falacia, porque el Estado es incapaz de conservar los bosques.

No negamos que la nueva ley y las “mesas temáticas” creadas han mejorado los procesos y reducido la enmarañada tramitología que había en un sector con tantas potencialidades como el forestal. Hoy, por ejemplo, el proceso de registro de plantaciones, que antes demoraba de seis a doce meses, se ha reducido a solo tres días como máximo; y los empresarios forestales que solo tenían certificado de posición, y por eso no podían solicitar hipotecas, ahora sí pueden solicitarlas. Pero la ley forestal pudo ser mucho mejor si el ecologismo no se hubiera impuesto.

El sector forestal podría convertirse en un motor de crecimiento que, en los primeros años, agregaría al Producto Bruto Interno (PBI) cerca de 5,000 millones de dólares (una cifra parecida a lo que representan las exportaciones agroindustriales) y generar más de 20,000 empleos directos. No desperdiciemos el tiempo si podemos corregir ahora algunas deficiencias.

 
  • 06 de julio del 2016

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