Pesca, un fracaso más

¿Por qué quiebran empresas de conservas de anchoveta?

En los últimos meses, cinco empresas dedicadas a la producción de conservas de anchoveta para la exportación y el mercado nacional se han visto obligadas a paralizar su producción o cerrar sus actividades definitivamente por falta de materia prima, lo cual significa que muchos trabajadores han perdido su empleo y que el país ve mermada una fuente de ingresos de divisas.

 

El problema se debe en parte al alejamiento de la biomasa de anchoveta debido al fenómeno El Niño, pero la razón principal es el desabastecimiento de anchoveta que enfrentan desde hace tiempo las plantas conserveras. La anchoveta no les llega y por lo tanto no pueden producir conservas.

En teoría no debería haber desabastecimiento porque la temporada de pesca de este año ha sido buena en comparación con las de los últimos años anteriores, y porque desde el 2011 rige una política de promoción de la pesca de anchoveta para consumo humano directo (CHD), a la que le asignó inclusive una zona exclusiva para pescar. Además, la flota pesquera artesanal o menor escala de anchoveta se ha multiplicado en los últimos años por efecto de esa política. ¿Cómo explicar entonces la falta de materia prima que origina la quiebra de las conserveras?

La primera explicación es que, extrañamente, la producción de anchoveta para consumo humano ha caído, a pesar de la buena temporada y de la mayor cantidad de embarcaciones pesqueras de menor escala. En el 2011, cuando esta flota era mucho menor que la actual, se extrajeron 125,000 toneladas de anchoveta para consumo humano, y tres años después, en el 2014, se pescó solo 40,000 toneladas. ¡La tercera parte con el triple de embarcaciones!

Solo caben dos explicaciones a este hecho: La anchoveta es llevada directamente a los mercados, o es vendida indebidamente a otros destinos. Pero como en los mercados no hay anchoveta, es obvio que está siendo desviada, en contra de la ley, la cual establece que la pesca artesanal de anchoveta es exclusiva para el consumo humano directo.

Si el objetivo de la política pesquera del gobierno era llevar más anchoveta a las cocinas populares, ha fracasado, pues hoy llega mucho menos que antes, con el agravante de que los pescadores artesanales de menor escala están desviando lo que pescan hacia las llamadas pampas de secado ilegales o plantas de reaprovechamiento que solo deberían recibir residuos de pescado. La novedad es que estas plantas de corte primario que operan al margen de la ley son toleradas por algunos gobiernos regionales.

Urge por ello que el gobierno, a través del Ministerio de la Producción, establezca los controles necesarios para impedir que esa situación ilegal continúe. Una opción podría ser que el Produce supervise cuánta anchoveta pescan las embarcaciones de consumo humano, y verifique luego si esa producción ha llegado a su destino previamente declarado, mercados o plantas conserveras.

La empresa Andesa, que invirtió hace solo dos años unos US$10 millones en ampliar la capacidad de su planta, con la esperanza de producir más y exportar, es una de las cinco empresas que han cerrado sus puertas por falta de materia prima. Otra empresa, Pez de Exportación (Pezex), intentó superar la crisis procesando conservas de sardina, pero los márgenes de ganancia demasiado bajos la han obligado a paralizar su planta desde mayo último.

La crisis de la industria conservera-anchovetera constituye además un revés para los esfuerzos que hace el país por diversificar su producción, y también le hace perder al Perú la oportunidad de desarrollar una nueva oferta exportable de un potencial calculado en hasta US$3,000 millones, si las condiciones para producir y exportar fueran óptimas.