Perú campeón en agroexportación

¿Por qué estamos entre los primeros exportadores de alimentos?

Una muy buena noticia, que ha pasado casi desapercibida debido a la agitada atmósfera política, merece ser objeto de reflexión y análisis: El Perú se ubica hoy entre los diez primeros países proveedoras de alimentos en el mundo y, además, se ha consolidado como el primer exportador global de espárragos, quinua y maca, el segundo de café orgánico y el tercero de paltas Hass y alcachofas.

También somos hoy -según cifras del Ministerio de Agricultura- el cuarto exportador mundial de pimiento seco, el quinto de uvas y frijol, el sexto en mangos, séptimo en mandarinas, café no-orgánico y jengibre (kion), y décimo en arándanos, que son exportados principalmente a Estados Unidos y Canadá.

El Perú está viviendo hoy un verdadero boom agro-exportador que ha convertido al sector agrario en el segundo generador de divisas, con un promedio anual US$ 4,724 millones en el período 2011-2014. Y en los primeros ocho meses de este año ya superó los US$ 3,046 millones. ¿Quién dice, entonces, que el modelo económico no permite diversificar la economía?

Pero este milagro agrario no ha surgido de la noche a la mañana ni nos ha caído gratis del cielo, es fruto, principalmente, del libre comercio, la inversión privada y las políticas públicas correctas aplicadas en el sector desde hace unas dos décadas.

Grandes mercados del mundo se han abierto a los productos peruanos gracias a los tratados de libre comercio (TLC) suscritos en aplicación de la política de apertura comercial iniciada en los noventa. En los primeros ocho meses de este año nuestras agroexportaciones han llegado a ¡139 países!.

Estados Unidos es el principal comprador con el 28% de nuestros  productos, seguido por Holanda con 14%, Ecuador 5%, Inglaterra 5%; además, otros países han aumentado su demanda de manera considerable: Corea del Sur en 32%, Inglaterra en 22%, Chile 21%, México 12%, Japón 8%, por ejemplo.

El capital privado ha sido decisivo en el éxito agroexportador, pero aquel no se habría arriesgado sin un mercado libre de tierras, sin el régimen laboral especial agrario o sin el apoyo eficiente del Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa), entre otros factores. Es decir, sin una confluencia armoniosa del estado con la iniciativa privada.

Los TLC brindan oportunidades para exportar, pero la oferta exportable la genera la inversión privada en pared con un estado eficiente. Por ejemplo, la labor del Senasa permite levantar las restricciones sanitarias en ciertos mercados. Otros factores importantes han sido las inversiones en irrigaciones y las ventajas comparativas del país, como la presencia de microclimas y la riqueza de nuestros suelos, que nos permiten tener una  producción por hectárea por encima del promedio mundial.

Pero, en última instancia, todo este boom no ha sido construido solo para exhibir buenas cifras sino para alcanzar un objetivo superior: mejorar la calidad de vida de los agricultores peruanos y del país en general, y llevar el progreso a muchas regiones en las que hace solo dos décadas hubo solo desolación y pobreza.

Un estudio de Apoyo Consultoría, encargado por la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (Agap), revela que el ingreso promedio mensual de un trabajador agrario aumentó en más del 40% en el período 1999-2010, y que en el mismo período se crearon 1,420,851 puestos de trabajo. En la región Ica el sueldo promedio actual es de unos S/.1,200, pero en muchos casos se paga más por alta especialización y calificación. Mientras que en el 2004 siete de cada 10 jornaleros agrícolas eran pobres, en el 2013 solo 3 de cada 10 lo eran.

Para eso es, precisamente, todo el esfuerzo desplegado hasta ahora en construir una nueva agricultura. Para acabar con la pobreza.