Editorial Economía

¿Optimismo económico sin reformas?

La urgencia de cambios estructurales en la sociedad

¿Optimismo económico sin reformas?
  • 31 de agosto del 2018

 

Las posibilidades de un enfrentamiento Ejecutivo versus Legislativo que culmine en una salida excepcional de la democracia (cierre del Congreso o adelanto electoral) es la peor amenaza en contra del optimismo que parece reflejarse en las nuevas proyecciones planteadas por el Ministerio de Economía (MEF). Proyecciones que no solo ratifican que este año el PBI se expandirá en 4%, sino que existe una trayectoria ascendente que nos llevaría a tener un PBI potencial (capacidad de crecer sin inflación) de 4.5% hacia el 2022. ¿Es posible semejante optimismo sin que la economía aborde sus principales tarea? Todo parece indicar que no.

Desde el Consejo Fiscal se ha señalado que el optimismo no se justifica, considerando las proyecciones de los precios de nuestras exportaciones y la dinámica de las inversiones privada y pública. Un optimismo fuera de la realidad desarma y genera una complacencia peligrosa que nos puede pasar una enorme factura. Elmer Cuba, en un artículo publicado en el diario El Comercio —citando un estudio del Banco Mundial— señala que un tercio del crecimiento económico entre el 2000 y el 2013 se explica por fundamentos estructurales, otro tercio por la persistencia del modelo económico y el último tercio por los precios de las materias primas y la liquidez.

En otras palabras, dos tercios de la expansión económica que ha posibilitado triplicar el PBI y reducir pobreza del 60% de la población a solo 20% se explican porque el Perú hizo su tarea: las reformas desreguladoras de la economía de los años noventa. Sin embargo, hoy el Perú parece haber anclado su crecimiento a la dinámica de los precios internacionales. ¿Qué significa algo así? Que dos tercios de los motores de crecimiento ahora empiezan a apagarse. Es decir, el libre comercio, la desregulación de precios y mercados, la estabilidad macroeconómica y el fin del Estado empresario (mediante las privatizaciones) ya no son suficientes para seguir creciendo a tasas altas y reduciendo pobreza. Como en toda sociedad de ingreso medio, ya no se pueden pagar salarios bajos. La economía ha perdido competitividad y productividad. Es urgente, pues, seguir profundizando la economía de mercado.

Por todas estas consideraciones es casi imposible caer en el optimismo sin deslizarse en la irresponsabilidad. Por ejemplo, César Peñaranda, del Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial de la CCl, señala que así como hablamos de desconfianza de los actores económicos, hoy también se debería hablar de incertidumbre. En realidad la incertidumbre no solo retrae las inversiones y el consumo, sino que ahuyenta cualquier emprendimiento.

¿A qué vamos? El Perú, no obstante sus fortalezas económicas, ha llegado a una situación en que la urgencia de determinadas reformas no solo tienen que ver con autorregenerar las instituciones de la democracia, sino también con el futuro de la economía. Por ejemplo, los CNM audios han desnudado una corrupción sistémica en las instituciones del sistema de justicia y la urgencia de concretar reformas de fondo. En este contexto, ¿el Ejecutivo y el Legislativo lograrán materializar las reformas del sistema de justicia al margen de los cálculos y las estrategias de los actores? ¿Alguien cree que las inversiones pueden fluir a la economía sin un Poder Judicial mínimamente confiable? Negarse a las reformas, pues, es herir de muerte a la democracia y a la economía de mercado.

La posibilidad de un acuerdo entre Ejecutivo y Legislativo alrededor de la reforma del sistema de justicia crearía la suficiente masa crítica, el espacio de confianza, para lanzar otras reformas urgentes: desde la reforma del sistema político, pasando por la reforma laboral, de los sistemas educativo y de salud, y la solución de los problemas acumulados de infraestructura, hasta el perfeccionamiento de los derechos de propiedad y contratos.

¿Qué pretendemos señalar? Que de acuerdo a los datos proporcionados por Elmer Cuba el Perú ha perdido dos tercios de su capacidad de crecer porque las reformas de los noventa simplemente se han agotado. En este contexto, renunciar a las reformas es dibujar un signo de interrogante sobre todos los logros institucionales, económicos y sociales, alcanzados por el Perú en los últimos 25 años.

 

  • 31 de agosto del 2018

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