Lecciones helenas para aprender

Cómo los excesos fiscales conducen inevitablemente a la quiebra.

La gente ha votado mayoritariamente por el NO en el último referéndum griego. Los helenos se han negado a aceptar el ajuste y las reformas que propone la llamada troika integrada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo, y la Comisión Europea. Sin embargo, el NO de nada sirve para evitar la bancarrota si es que Grecia no paga 3,600 millones de euros al Banco Central Europeo. En otras palabras, no hay salida si es que no se pulveriza el llamado estado de bienestar. Se puede discutir la intensidad del ajuste y las reformas, pero no se pueden evitar.

Para entender la situación del país heleno valen algunos ejemplos. El promedio salarial de los empleados de los ferrocarriles públicos es de 66,000 euros al año y el metro de la capital recauda 90 millones de euros anuales, pero el costo anual de la empresa pública es de 500 millones de euros. ¿Cómo se venía financiando esta entidad? El gobierno griego financiaba ese y todo el déficit público endeudándose cada vez más, con la permisividad de Europa, hasta que ésta dijo basta y la crisis se desató.

Grecia es el ejemplo de los extremismos del estado de bienestar: alrededor del 52% de los hogares dependen de una pensión, hay más pensionistas que contribuyentes. Y en unos 600 tipos de profesiones y oficios se puede alcanzar la jubilación entre los 50 y 55 años. Entre los privilegiados están los peluqueros, masajistas y músicos, actividades consideradas en Grecia de “alto riesgo para la salud”. El país heleno ha estado de farra y en Europa se contempló con indiferencia el despilfarro.

Hoy Grecia tiene una deuda pública que representa el 180% de su PBI y la economía se ha contraído en 25%. Cerca de un 26% de griegos carece de empleo y los ahorristas padecen hoy un corralito tercermundista: solo se puede retirar 60 euros diarios de los bancos. No sabemos cómo terminará la crisis aunque la mayoría de las apuestas señalan que la llamada troika y el gobierno de Tsipras negociarán una salida. Ni los griegos quieren lanzarse al infierno ni los europeos quieren clavarle el puñal al euro y acabar con décadas de integración.

No obstante, las lecciones están sobre la mesa. Nadie puede gastar más de lo que produce, y si alguien puede despilfarrar es porque otro financia. Los europeos tuvieron que decir basta a la fiesta griega a riesgo de ser arrastrados al abismo. Un estado tiene recursos porque recauda tributos y los impuestos recolectados dependen del crecimiento de la economía y de la inversión privada. Todos esos principios de una economía saludable se echaron por la borda con el paroxismo del estado de bienestar en Grecia.

Sin embargo, ¿cómo es posible que la bacanal económica helena se haya producido dentro de la Unión Europea, dentro de una de las cunas de las libertades políticas y económicas? El desastre económico griego solo puede ser comparable con la debacle económica del régimen soviético.

Algo muy grave está sucediendo con Europa que explica su relegamiento ante Estados Unidos y la emergencia de China e India. A nuestro entender, la gravedad tiene que ver con que los europeos han olvidado de dónde vienen y cómo se convirtieron en uno de los pilares de la economía occidental. Ahora hay demasiado socialismo, demasiado estado de bienestar, demasiado estado sobre mercado, y los resultados se conocen en Europa y en cualquier lugar del planeta.