Las AFP en el candelero

Ofensiva populista ignora el fracaso estatal en pensiones

Se ha desatado una tormenta alrededor del Sistema Privado de Pensiones que se desarrolla a través de las AFP.  Todo empezó con una tabla de mortalidad para los jubilados que presentó la Superintendencia de Banca y Seguros que luego debió ser retirada, pero el retroceso terminó con la renuncia del Superintendente, Daniel Schydlowsky. En el intermedio, el candidato aprista, Alan García, se envolvió con las banderas de las críticas a las AFP y, ni cortos ni perezosos, los padres de la patria de la Comisión de Economía del Congreso aprobaron la libre disponibilidad del 95. 5% del fondo de pensiones cuando se alcance la edad de jubilarse.

Que el sistema de pensiones en el Perú necesita reformas es más que evidente. Se necesita más competencia para lograr que el 80% de la masa laboral en situación de informalidad acceda al sistema previsional. ¿Cómo generamos más competencia?, es la interrogante que debemos formularnos para sumergirnos en el tema, pero es difícil encontrar las respuestas adecuadas en tiempos electorales donde el objetivo principal es ganar votos y de ninguna manera la reforma.

Ninguna sociedad que pretenda alcanzar el desarrollo puede subestimar la importancia del tema, sobre todo, cuando la longevidad comienza a ser parte de la agenda planetaria y del Perú. Sin embargo para efectivizar cualquier reforma debemos alejarla de la agenda electoral. No se trata de que los candidatos no aborden la cuestión. Muy por el contrario, el debate al respecto debería florecer. Pero debemos evitar que los congresistas comiencen a aprobar cosas a tontas y locas como parte de sus estrategias electorales. Algo así suena a locura.

Y una de las primeras cosas que debemos recordar es que el fracaso del sistema estatal de pensiones en el Perú puede ser la otra cara de la medalla del fracaso del estado populista del siglo XX. La economía y el estado populistas fracasaron y el sistema público de pensiones también. Es más, los gobiernos de turno se embolsicaron los fondos de pensiones para desarrollar “obras” y aplicar políticas clientelares, tal como sucedió en Argentina. Generaciones de peruanos se quedaron sin pensión luego de ahorrar hasta 19 años y las pensiones otorgadas son una burla a la vejez.

Hoy las cosas no han cambiado. Basándose en un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la organización Contribuyentes por Respeto nos ha alertado que el Sistema Estatal de Pensiones (ONP) dentro de poco no atenderá al 60% de posibles pensionistas debido a que los mayoría no alcanzará los 20 años de aportes requeridos para acceder a una pensión. Si a esta realidad le sumamos el hecho de que los aportantes activos del sistema estatal solo cubren un tercio de las pensiones que se pagan, el asunto es más que grave. Los otros dos tercios se asumen con recursos públicos.

El problema del sistema estatal es que los déficits seguirán aumentando en la medida que la población siga envejeciendo, tal como viene sucediendo en el Perú por el crecimiento económico, la reducción de la pobreza y el incremento del bienestar en general.

La reforma entonces tiene un tiempo diferente al debate electoral. Pero ese debate tiene que ser de cara al futuro y no mirando el pasado. Se puede desarrollar muchas críticas válidas contra el Sistema Privado de Pensiones por la falta de competencia, pero el sistema de cuentas individuales de las AFP es largamente superior al desastre estatista del siglo XX que solo sirvió para las políticas clientelares de los gobiernos.