Editorial Economía

¡La urgente reforma laboral!

Sectores liberales en el fujimorismo apuestan por flexibilidad laboral

¡La urgente reforma laboral!
  • 17 de agosto del 2017

Sectores liberales en el fujimorismo apuestan por flexibilidad laboral

Una reciente entrevista a la congresista del fujimorismo Úrsula Letona revela que en un sector de la mayoría parlamentaria naranja existe la voluntad de tomar el toro por las astas y enfrentar uno de los grandes problemas del país, la urgente reforma laboral. Así como existen algunas voces dentro de la bancada naranja que sin rubor hacen guiños populistas —como en el caso de la leche en polvo— se puede decir que en el fujimorismo existe una vanguardia liberal y tecnocrática. En la entrevista Letona sostiene que “existen dos reformas estructurales importantísimas para el país”. La congresista precisa que una de ellas es “la reforma laboral para reducir la informalidad”, y agrega que estas reformas deben ser parte de un diálogo institucional y ser presentadas en el Consejo Nacional de Trabajo.

Ahora bien, todos los especialistas sostienen que sin una reforma laboral que flexibilice la rigidez normativa el Perú no podrá salir de la trampa de ingresos medios ni tener mayor competitividad. Un documento del Fondo Monetario Internacional (FMI) indica que el Perú debería concentrar más esfuerzos en flexibilizar su mercado laboral y mejorar el entorno empresarial. De alguna u otra manera, toda la clase política nacional debería tener en cuenta que la mejor manera de enfrentar a la informalidad laboral —que abarca a cerca del 74.3% de la población económicamente ocupada— es disminuyendo la rigidez normativa. El problema claramente radica en los sobrecostos laborales, los cuales han demostrado ser los más altos dentro de América Latina. Los costos salariales no laborales —que se traducen en las dos gratificaciones anuales, el mes de vacaciones, el seguro de salud y la CTS— representan un 60% del salario bruto. Todo esto se convierte en problemas para el empleador —quien se ve obligado a hacer despidos en épocas de recesión— y desincentiva la contratación de trabajadores en periodos de bonanza económica. En Chile, para poner un ejemplo, los sobrecostos laborales representan 31.7% del salario bruto, y la informalidad laboral no sobrepasa el 20%.

En la entrevista, la congresista Letona también sostuvo que se deben respetar “los regímenes que han funcionado, como los de exportaciones no tradicionales y el de agroexportación”, un interesante reconocimiento a favor de la productividad de estos sectores. Al respecto vale señalar que solo el sesgo ideológico de viejo cuño izquierdista podría desconocer el enorme salto que el Perú ha dado gracias a las leyes de flexibilización laboral en la agroexportación y en las exportaciones no tradicionales. En el 2000, el Gobierno fujimorista promulgó la Ley de Promoción Agraria, que ha logrado reducir la informalidad y creado miles de empleos. Hoy, como jamás en la historia, hay una revolución en marcha en el campo: se ha reducido pobreza, han emergido nuevas clases medias y el sector se ha modernizado. Según la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (Agap), en un estudio elaborado por la empresa Apoyo Consultoría, en la última década (2004-2014) el empleo formal en el agro se duplicó —pasó de 433,000 puestos a 822,000— y el empleo indirecto generado suma aproximadamente un millón. Es decir, el empleo formal en el agro ha crecido a un ritmo anual de 6%. Hoy, la agroexportación significa alrededor de un quinto de las exportaciones, y para el 2021 podría llegar a US$ 10,000 millones y crear alrededor de 1.6 millones de puestos de trabajo.

De otro lado, el régimen de exportación no tradicional —vigente en el Perú desde 1978— establece ventajas tributarias, administrativas y aduaneras para fomentar la exportación de productos no tradicionales. Por ejemplo, las exportaciones textiles se incrementaron de US$ 103 millones en 1971 a US$ 1,329 millones en 2016, y en los últimos 10 años la exportación “no tradicional” ha crecido alrededor 10% anual. Además, según la Sociedad de Comercio Exterior del Perú (ComexPerú) el régimen laboral de exportaciones no tradicionales generó más de 1.3 millones de empleos entre 2007 y 2011. ¿Qué peruano de buena voluntad podría negar este tremendo avance?

Si la clase política logra un gran consenso, las reformas de segunda generación podrían ser una realidad y el Perú estaría dando un salto enorme hacia la prosperidad. Es la hora de que el fujimorismo liberal y tecnócrata y el gobierno pepekausa asuman esta gran tarea.

 
  • 17 de agosto del 2017

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