La minería recupera el medio ambiente

El ministro de Energía y Minas, Francisco Ísmodes, anunció recientemente una inversión de S/ 7,000 millones, que servirán para remediar los 12,000 pasivos ambientales identificados en Perú, 9,000 relacionados con la minería y 3,000 con el sector de hidrocarburos. La ejecución de los proyectos serán mediante el mecanismo Obras por Impuestos (OxI), y su promoción estará a cargo de la Agencia de Promoción de la Inversión Privada (ProInversión). Según el ministro Ísmodes, la mayor parte de los pasivos ambientales están en la provincia de Hualgayoc (Cajamarca) y en Pasco.

Contrariamente al relato de la izquierda ambientalista, que le hace creer a la población en supuestas contaminaciones mineras, el desafío de las mineras y del Gobierno actual es eliminar, hasta el 2021, todos los pasivos ambientales de alto riesgo. Mediante el llamado “fondo verde”, veinte compañías mineras han anunciado participar en todos los programas de remediación. Asimismo, se han comprometido a desarrollar programas relacionados con el incremento de los recursos hídricos para favorecer a los agricultores de las zonas de influencia minera.

Mientras los antimineros intentan detener las actividades mineras alegando supuestas contaminaciones ambientales, las mineras desarrollan intensa actividad para revertir los daños ocasionados por la minería estatal, desarrollada durante el Gobierno del general Juan Velasco. Por ejemplo, la contaminación provocada por las unidades productivas de la fenecida Centromin Perú, ubicadas en la sierra central del país.

Con la Constitución de 1993 y las reformas económicas y sociales de los noventa, las inversiones mineras de talla mundial se establecieron en el país. Como nunca antes, las actividades mineras comenzaron a operar dentro de los rangos más estrictos de controles ambientales, respetando los rigurosos estándares internacionales de protección de agua, aire y tierra.

En La Oroya, por ejemplo, la remediación de los pasivos ambientales está en proceso. Una inversión de S/ 31.8 millones está retirando los metales pesados —como el plomo— diseminados en todos los suelos de los poblados cercanos (Marcavalle, Huaynacancha, Calloc y Chacrapuquio). Son 27 obras consistentes que buscan revertir la larga actividad de la fundición instalada allí desde comienzos del siglo pasado. Otros S/ 37 millones serán utilizados para remover tierra, pistas, veredas, pavimento y asfalto para después reemplazarlos por materiales limpios. El ambicioso objetivo de los proyectos es convertir los territorios remediados en zonas agrícolas y ganaderas, con tierra limpia y pastos nuevos.

En Ite (Moquegua) se ha recuperado el humedal que crea un ecosistema muy biodiverso —grama salada, verdolaga, junco y totora— que alberga a más de 144 especies de aves. Desde 1960, 785 millones de tonelada de relaves procedentes de Toquepala y Cuajone discurrieron hacia la bahía de Ite, contaminando todo a su paso. Ese problema ya no existe. Sin embargo, el movimiento antiminero persiste engañando a la población.

En la mina Orcopampa (Arequipa) se han creado humedales artificiales utilizando agua proveniente de la actividad minera. El ingenioso proyecto “Wetland de Pucará” consiste en canales y pozas por donde discurre esa agua hasta los terrenos convenientemente impermeabilizados, donde se han plantado totoras. El sistema recupera las aguas cargadas con sólidos suspendidos y metales de cobre, hierro y zinc, provenientes de las operaciones mineras. La totora ha creado un microsistema que alberga especies como la gaviota andina, el cernícalo americano, el halcón aplomado, el pato de puna y otros.

La minería moderna está remediando los pasivos mineros heredados de la gran minería tradicional. Está recuperando agua de sus operaciones, construye reservorios de agua proveniente de la lluvia y crea paisajes que albergan especies animales. Mientras tanto, el ambientalismo ideológico solo disemina imágenes que no se condicen con la realidad actual.