Editorial Economía

¡Industria alimentaria Latinoamericana bajo ataque!

Únicamente Perú y Chile con octógonos anticapitalistas

¡Industria alimentaria Latinoamericana bajo ataque!
  • 16 de octubre del 2018

 

Entidades como The Bloomberg Family Foundation y Bloomberg Philanthropies han lanzado una feroz campaña en contra de la industria alimentaria latinoamericana, financiando proyectos e instituciones que buscan imponer un sistema de etiquetado anti industria alimentaria y anticapitalista, en base a mitos y leyendas sobre el combate a la obesidad. Estas entidades promueven el sistema de octógonos que solo alertan de los niveles altos de azúcar, sodio, grasas saturadas y grasas trans en los alimentos procesados, en abierta contraposición con las recomendaciones del Codex Alimentarius, aprobado por 188 países del planeta.

¿Cuáles son las recomendaciones del Codex? Que los rotulados no causen temor, porque su principal función es informar y hacer pedagogía sobre los componentes de los alimentos procesados. Por este motivo, los países que pertenecen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) solo utilizan el sistema de etiquetas informativas o el sistema de semáforos que —en base a los colores rojo, amarillo y verde— indica los niveles alto, medio y saludable de azúcar, sodio, grasas saturadas y grasas trans.

En el Perú se debate si se debe aplicar el sistema de octógonos o el semáforo. El Ejecutivo observó el semáforo aprobado en el Congreso y, en el preciso momento en que el Gobierno conversaba con el Legislativo una fórmula de consenso, Palacio promulgó el sistema de octógonos. En este contexto está pendiente que el Congreso insista en su propuesta inicial. Veremos.

Vale anotar que solo Chile y Perú han aprobado el sistema de octógonos. En el país sureño se arribó a esa fórmula luego de una intensa campaña de la izquierda mapocha, antes de la elección de Sebastián Piñera. Sin embargo, en todos los países capitalistas del planeta los gobiernos defienden a sus industrias alimentarias porque existe la clara consciencia de que no puede existir una sociedad moderna sin la producción masiva de alimentos procesados. Y porque se entiende que los octógonos solo forman parte de las estrategias de la izquierda, que pretende enfrentar a consumidores con empresas, como si fuese posible imaginar una sociedad de consumidores sin compañías.

Por ejemplo, en la renegociación del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá se ha prohibido expresamente el sistema de octógonos; no obstante que el médico y comunicador, Elmer Huertas, ha venido informando lo contrario. El texto del mencionado TLC dice: “El etiquetado no debe crear innecesarios obstáculos al comercio entre las partes”. De otro lado, las ONG mexicanas de izquierda están sumamente irritadas con el Gobierno de Manuel López Obrador porque este se ha negado a implementar el etiquetado en base a los octógonos prohibitivos. Asimismo, en el Mercosur, Argentina y Brasil se oponen abiertamente a la implementación de los octógonos anticapitalistas y, por ese motivo, Uruguay no puede implementar ese tipo de etiquetado.

Si bien los conflictos Ejecutivo-Legislativo ocultan este debate de fondo, es evidente que la discusión sobre el etiquetado de los alimentos industriales se convierte en asunto capital, sobre todo considerando que el Perú es una sociedad que ha reducido pobreza del 60% de la población a solo 20% en base a la inversión privada. Y sobre todo también porque nuestra sociedad enfrenta el terrible problema de tener al 46% de su niñez afectada por la anemia, y que solo el 10% de la ingesta total corresponde a los alimentos procesados.

Algunos todavía no advierten la gravedad de la estrategia anticapitalista contra la industria alimentaria. Si se mantienen los octógonos prohibitivos, tarde o temprano, los octógonos avanzarán sobre la comida criolla afectando el boom gastronómico del Perú y la industria de la comida rápida. Si no creen en esta aproximación, vale anotar que, en diversos países, se comienza a plantear la propuesta de impuestos adicionales a “la comida chatarra” y sellos especiales para el fast food. A reflexionar, pues.

 

  • 16 de octubre del 2018

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