Fracaso estatal y diversificación industrial

Perú y la mayor diversificación económica de su historia

El Perú hoy tiene la economía más diversificada de su historia, no obstante las campañas en contra del modelo económico y social, al que califican de “desindustrializador”. La manufactura contribuye con el 16.5% al PBI y se ha convertido en el sector que más aporta a la economía nacional. Se suele sostener que el sector servicios participa con alrededor del 37%, pero si se desagregan los componentes de este rubro ninguno iguala a la manufactura. Por su parte, la minería participa con el 14.4%.

Los pesimistas señalan que, algunas décadas atrás, la participación de la manufactura era del mismo rango. Tremendo error. El PBI de los ochenta, por ejemplo, era tres veces menos que el actual y la manufactura de ese entonces —antes de que la hiperinflación licuara la economía— representaba a una industria artificial, adiposa, sobreprotegida con aranceles altos y todos los vicios del proteccionismo, que hoy hunden a Venezuela en la recesión y el aumento de pobreza.

No se puede comparar entonces la manufactura actual con la industria estatista de ayer. Las manufacturas de hoy son poderosas porque han crecido y se han consolidado en competencia feroz con la globalización, gracias a los 17 TLC que el Perú ha firmado. ¿Por qué entonces la izquierda suele hablar del “modelo primario- exportador” y de la urgencia de diversificar la economía? En realidad todo parece indicar que esas críticas provienen del prejuicio ideológico contra la economía abierta.

Otro de los argumentos de los cuales echa mano la izquierda está vinculado a la historia. Se menciona el boom de la plata en los siglos XVI y XVII —en la Colonia—, el del guano en el XIX, y el de la harina de pescado en los cincuenta, para señalar que estas experiencias no le dejaron nada al país, porque no había una propuesta industrializadora. Pero los booms del pasado de ninguna manera se pueden comparar con el actual por una sola razón: las bonanzas del ayer se desarrollaron sobre un país con una sociedad criolla que concentraba la propiedad y los derechos, mientras se excluía a las masas andinas. El auge de los minerales del siglo XXI se produce cuando las murallas entre la sociedad criolla y la andina habían sido derribadas por las migraciones y las reformas económicas de los noventa. En otras palabras, ya se habían creado todos los vasos comunicantes para que el boom de minerales beneficiara a toda la sociedad, tal como sucedió, con el consiguiente crecimiento y la asombrosa reducción de la pobreza.

Ahora, ¿todo está bien? De ninguna manera. El hecho de alcanzar la mayor diversificación de nuestra economía no significa desconocer que pudimos haber avanzado mucho más. Y el principal responsable de los retrasos es el Estado y todos sus fracasos. Los procedimientos y sobrerregulaciones han convertido a una de las economías más abiertas de la región en la más burocrática. Los trámites se multiplican por doquier creando una floresta tupida que ahoga a las iniciativas privadas y de la sociedad.

Pero no solo se trata de murallas legales y procedimentales. El Estado tampoco se ha lanzado a resolver los problemas de las infraestructuras para conectar los mercados con carreteras, energía y tecnologías digitales. Y si a esos problemas les agregamos las incertidumbres institucionales que padecen los agentes económicos, es evidente que el principal enemigo de la mayor diversificación industrial de nuestra historia es el fracaso del Estado.

Quienes pretendemos seguir diversificando nuestra economía, entonces, deberíamos apuntar correctamente.