Empuje del sector agrícola no se detiene

Un reporte reciente del Ministerio de Agricultura (Minagri) indica que en enero de este año sector agropecuario (agrícola y pecuario) creció 3.9% respecto al mismo mes del año pasado. El crecimiento del 5.8% del sector agrícola es debido al incremento de los siguientes productos: 120% en arándano (La Libertad y Lambayeque), 70% en pimiento piquillo (Piura), 50% en limón (Piura), 34% en cacao (Ucayali y San Martín), 15% en arroz cáscara (Piura, San Martín y Tumbes), 15% en maíz amarillo duro (Áncash, Ica y Loreto) y 8% en papa (Lima, Huánuco y Ancash).

Asimismo, la producción pecuaria aumentó 1.6% en el mismo mes debido al incremento de los siguientes productos: 2% en carne de pollo (La Libertad, Ica y Lambayeque), 2% en leche de vaca (Puno, Lima y Cajamarca), 2% en carne porcina (Lima) y 1% en huevo de gallina (Lima e Ica). Estos resultados demuestran que, efectivamente, en Perú la política y la economía corren por cuerdas separadas.

Las cifras del Minagri son el resultado de la inversión privada en el campo, que ha permitido expandir y diversificar la producción agropecuaria. No es en vano que productividad y competitividad se hayan convertido en constantes en el sector agroexportador que se desarrolla con ventajas en mayores extensiones de terrenos, como es en la costa, y no en pequeñas parcelas menores a las dos hectáreas, como es común en la sierra andina.

El crecimiento del campo en los últimos quince años ha servido para arrinconar a la pobreza y a la informalidad laboral en zonas como la costa norte del país. El entusiasmo es tal que la proyección es duplicar las exportaciones al 2021. Y todo por la Ley de Promoción Agraria (Ley N° 27630), promulgada en los noventa, que ha flexibilizado el empleo en el sector agrario. La ley permite contratar de manera formal a más trabajadores en determinadas temporadas, como es en la siembra y la cosecha, o cuando las exportaciones se incrementan.

Por ello, no se entiende cómo en el Congreso de La República la izquierda y los sectores populistas boicotean la extensión de esta ley más allá del 2021. Una extensión que debería ser por cincuenta años más para darle mayor sostenibilidad al sector. Y más aún, la ley puede convertirse en modelo para otros sectores productivos, o para una única ley laboral para todos los trabajadores del país, sin excepciones ni ventajas sectoriales.

Frente a las adversidades políticas, el 2017 fue un buen año para la quinua, al convertirse el Perú en principal productor en el mundo. La producción de quinua peruana representa el 53.3% de la producción total del mundo. Y es Puno la región que aporta el 44.4% de la producción nacional del llamado “grano de oro”.

Asimismo, un informe de la Sociedad de Comercio Exterior del Perú (Comex) indicó que la palta se había constituido en el producto agrario de mayor valor para las exportaciones. En los primeros nueves meses del año pasado las exportaciones se elevaron a US$ 570.30 millones, con un incremento de 43.7% con respecto al mismo periodo del año 2016. La palta, considerada el “oro verde” de la agroindustria nacional, ya se encuentra en los grandes supermercados norteamericanos, como Costco y Walmart.

El programa Sierra y Selva Exportadora, adscrito al Ministerio de Agricultura y Riego, logró ventas de casi S/ 500 millones por la exportación de café, cacao, arándanos, espárragos, quesos madurados, granadilla, chirimoya, frambuesa, mandarinas y paiche. Esto es el fruto del trabajo de 148,650 personas, que conforman unas 37,000 familias de una cadena de medianos y pequeños productores andinos y amazónicos —de Cajamarca, Junín, Huánuco, Pasco y Piura— que salen de la pobreza abandonando los cultivos de la hoja de coca.

Así como hay grandes logros en la minería, el sector agropecuario es también pilar importante contra la pobreza. Y también contra los radicales antisistema, quienes constantemente avivan relatos contra el mercado y la democracia, con el propósito político de destruir todo lo avanzado.