Editorial Economía

¡El sector privado sigue salvando al país!

Se elevan proyecciones de crecimiento económico

¡El sector privado sigue salvando al país!
  • 05 de julio del 2018

 

En los últimos 25 años se solía decir que el fracaso de la política no afectaba el crecimiento de la economía. Efectivamente así sucedió. El PBI se triplicó y se redujo pobreza (del 60% de la población a 20%), no obstante el desastre de la política y el descrédito de las instituciones. Sin embargo, ante la falta de una nueva ola de reformas y la paralización de los proyectos mineros durante el humalismo, el Perú lentificó su crecimiento. Las cosas se agravaron durante el pepekausismo —sobre todo por la guerra Ejecutivo versus Legislativo—, y el 2017 en el Perú pasó lo que parecía imposible: volvió a aumentar la pobreza.

Luego de la renuncia de PPK, al  parecer, los actores del mercado entendieron con extremada rapidez que la guerra política había terminado. De pronto las cifras de la economía mejoraron considerablemente. Por ejemplo, en el Ministerio de Economía, en los bancos y en los organismos especializados se ha comenzado a considerar que la economía peruana podría llegar a crecer 4% en el 2018. Una evidente alza de todas las proyecciones, que consideraban cifras por debajo de ese porcentaje. Los resultados de la economía en abril, mayo y junio, de una u otra manera, posibilitan el optimismo.

Asimismo, la inversión privada, luego de cuatro años de caída sostenida, creció 5.3% en el primer trimestre del 2018, en tanto que la demanda interna se expandió en un alentador 4%. El sector privado, pues, siguió apostando por el país apenas renunció PPK; a diferencia del Ejecutivo, el Congreso, los políticos y algunos medios que guerrean por mantener el subsidio estatal. Mientras los empresarios seguían poniendo el hombro por el Perú, los políticos dudaban en ampliar la vigencia de la Ley de Promoción Agraria, el Ejecutivo promulgaba los octógonos anti industriales para las etiquetas de los alimentos procesados, el presidente Vizcarra cometía un yerro enorme —entendible en cualquier país chavista— señalando que algunas empresas le debían 1% del PBI al Estado, no obstante que todas esas obligaciones estaban en el Tribunal Fiscal, el Poder Judicial y el CIADI del Banco Mundial.

En otras palabras, el sector privado sigue sosteniendo al país, mientras los políticos, los intelectuales y el espacio público en general marchan en dirección contraria, tal como ha sucedido en los últimos 25 años. Sin embargo, no vaya a creerse que las cosas pueden seguir como ha venido acaeciendo. Por ejemplo, si anualizamos el crecimiento de la inversión privada los resultados del primer trimestre del 2018 (5.3%) no alcanzan: Apenas se suma una expansión de 1%. Es decir, asistimos al rebote de la economía frente a la tragedia que significó el pepekausismo. Nada más. Y el rebote no alcanza por la sencilla razón de que el impulso de las reformas de los noventa se ha agotado.

Creer que podemos volver a crecer a tasas altas y a seguir reduciendo pobreza como antes sin reformas es una necedad. Hoy la buena macroeconomía, la desregulación de mercados y precios, el libre comercio y el destierro del Estado empresario ya no son suficientes para expandir la economía. Por lo tanto, la mala política si tiene que ver con la mala economía. Y la mala política es la falta de entendimiento de que si el Perú no impulsa una segunda ola de reformas, tarde o temprano, el crecimiento se lentificará y los ex pobres terminarán votando contra el modelo que los sacó de la pobreza.

Es urgente, pues, reformar las instituciones, aprobar la reforma del sistema electoral y del sistema de justicia, expandir los derechos de propiedad a las áreas rurales y las zonas de informalidad, multiplicar los derechos de empresa, movilizar a la sociedad alrededor de las reformas educativa y de salud, y avanzar en la solución de los graves problemas de infraestructura que amenazan la continuidad de los mercados. Sin embargo, los políticos permanecen indolentes, temerosos de asumir los costos de las reformas que, sin embargo, podría determinar la victoria en el 2021.

Poco a poco la mala economía se convierte en responsabilidad directa de los malos políticos. Y en el sueño de cualquier aventurero antisistema.

 

  • 05 de julio del 2018

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