Editorial Economía

El potencial industrial de la Amazonía

El potencial industrial de la Amazonía
  • 02 de julio del 2015

Sobre el increíble abandono de una de las mayores riquezas naturales de nuestro país.

Pese a ser uno de nuestros recursos naturales con mayor potencial de desarrollo, la riqueza forestal amazónica está subexplotada debido a las trabas burocráticas y a la acción de los grupos radicales que se oponen a su explotación con pretextos que hace décadas han sido desechados en las naciones desarrolladas, como aquel que dice que la actividad forestal es “primaria” y, por lo tanto, no permite el desarrollo industrial. Esto es falso; así lo demuestran muchos países. Veamos, por ejemplo, el caso de Chile.

Nuestro vecino del sur exportó el año pasado productos maderables por ¡US$ 6,094 millones! -nosotros apenas US$140 millones- y además avanzó en el desarrollo de varias industrias que conforman la cadena productiva forestal: industria del aserrío, industria de pulpa de madera, industria de tableros y enchapes de madera, industria de las astillas de madera, industria de papeles y cartones, y la industria de manufacturas de madera (muebles, puertas y ventanas, embalajes, etc). El sector forestal chileno sostiene hoy más de 122,000 empleos y el año pasado aportó 2.7 puntos a su PBI nacional total.

Pero hay otra razón muy importante para impulsar el desarrollo de la inversión privada en la actividad forestal, tal como lo hace Chile: reforestar las 1.4 millones de Ha. de bosques amazónicos que han sido deforestadas por los traficantes de madera y los productores de hojas de coca para el narcotráfico, según el mapa amazónico elaborado por el Instituto del Bien Común (IBC).

Para tener una idea precisa sobre el potencial forestal del Perú, hay que indicar que en Chile se explotan 2’447,591 hectáreas de bosques plantados por inversionistas privados que los protegen de la deforestación, mientras que nosotros no tenemos esa clase de bosques pero sí 10’000,000 hectáreas maderables disponibles pobladas de árboles enormes y antiguos, pero no los explotamos.

En variedad de recursos forestales, el 50% de la madera que produce Chile es pino radiata, el 33% eucalipto y 6.9% otras especies. La Amazonía peruana, en cambio, tenemos las maderas más cotizadas en el mercado global, como caoba, variedad de cedros, ishpingo, moena, por citar solo algunas.

Erik Fischer, experto en asuntos forestales y empresario peruano, ha señalado que si el Perú explotara solo el 10% de sus bosques maderables disponibles, es decir 100,000 hectáreas, podría generar en poco tiempo unos US$5,000 millones en producción que se explican por el enorme stock de madera de excelente calidad, acumulado por la naturaleza en siglos; y más miles de nuevos empleos, con lo cual se desplazaría a la agricultura ilegal de coca en la selva.

La pregunta que surge aquí es ¿Por qué no hemos aprovechado hasta ahora esa enorme riqueza que rescataría de la pobreza a los pueblos amazónicos principalmente? Por la ineficiencia del Estado para promover la inversión privada en esa actividad y porque los grupos radicales boicotean, dentro y fuera del aparato estatal, toda iniciativa que se apunte a explotar nuestra riqueza forestal.

En el 2001, el gobierno aprobó una ley que supuestamente promovería la inversión privada en la explotación de esos recursos, pero resultó un fracaso por las condiciones en que se entregaron las concesiones forestales. La extensión y el plazo máximo de explotación de aquellas no eran atractivos para invertir -20,000 hectáreas y 20 años-; además, en lugar de corregir el error, se entregó las concesiones con criterio político partidista, a personas y empresas que carecían de capital y experiencia en el negocio forestal. En los últimos años se ha tenido que cancelar alrededor de 300 concesiones por ineficientes.

El 2011 se aprobó la actual Ley Forestal que corrige los errores anteriores al establecer concesiones hasta de 40,000 hectáreas, por 40 años renovables, y que solo pueden ser asignadas a empresas que acrediten experiencia en el ramo forestal y solvencia financiera. Sin embargo, la ley no puede ser aplicada porque al Ministerio del Ambiente decidió someter la norma a un interminable proceso de consultas entre las comunidades nativas amazónicas, que hasta ahora no termina. ¡Cinco años para aprobar un reglamento!

¿Era necesario ese proceso? Sin lugar a dudas que sí, pero lo que sorprende y despierta suspicacias es el tiempo excesivo que se ha tomado el MINAM para realizarla. En cualquier caso, el actual presidente del Consejo de Ministros tiene aquí un tema pendiente que no pudieron resolver sus predecesores y que él tal vez podría resolverlo. El Perú no puede darse el lujo de tener abandonado el bosque más rico del mundo, cuando bien podría aprovecharlo de manera racional y sostenible para sacar de la pobreza a los pueblos amazónicos e impulsar a la vez el desarrollo de nuevos industrias.

  • 02 de julio del 2015

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