El mercantilismo y la guerra de la leche

Se pretende favorecer a una coalición mercantil

En la ofensiva antimercado que contemplamos en la última semana, en contra de la industria láctea en el Perú, a propósito de la etiqueta Pura Vida —que estaba de acuerdo a las reglas de Digesa e Indecopi— hemos visto de todo. Sobre todo a la izquierda intentando apropiarse de las banderas de los consumidores, mientras las autoridades del gobierno central, de instituciones centrales y hasta congresistas se subían a la ola de demagogia. Pero una de las cosas que llamó poderosamente la atención —como si no hubiese habido velascato y no sucediera la tragedia en Venezuela— es que los congresistas del Frente Amplio y de otros sectores pretendieran resucitar la propuesta mercantilista de prohibir la importación de leche en polvo.

El argumento es el mismo que usan los chavismos en la región para destruir las economías. Se sostiene que la importación de leche en polvo afecta a los ganaderos y a los productores locales.¿ Y por qué no se sostiene que la importación de leche en polvo posibilita precios competitivos que favorecen a millones de consumidores? La leche en polvo es un commodity que se transa en el mercado mundial, y la importación del insumo permite acercar los precios nacionales a los internacionales con un solo beneficiado: el consumidor, que disfruta de productos lácteos de calidad y precios bajos.

También se argumenta que existe un monopolio que mangonea precios afectando a los productores de leche. Otra falsedad. Las tres empresas grandes (Gloria, Laive y Nestlé) compran el 50% de la leche fresca nacional, mientras que alrededor de 160 pymes —empresas regionales que producen lácteos; como en Cajamarca, por ejemplo— consumen el otro 50% de la producción lechera. ¿De qué monopolio se habla entonces? Es evidente que plantear la prohibición de importar leche en polvo es una típica demanda mercantilista que busca favorecer a una coalición empresarial que terminaría elevando los precios y afectando a los consumidores. Pero sobre todo bloqueando el desarrollo de nuestra industria láctea, que ha logrado exportar a sesenta países.

De otro lado cabe precisar que el volumen de leche en polvo importada está entre el 22% y 35% del total consumido en el país. El argumento mercantilista entonces se cae a pedazos.

Otro de los razonamientos que plantea la ofensiva mercantilista en contra de la industria láctea es que el valor nutricional de la leche en polvo no es el misma que el de la leche fresca. Todos los estudios científicos mundiales establecen que la leche en polvo es leche deshidratada. Es decir, es leche sin agua y para que vuelva a su condición líquida solo se necesita la correspondiente hidratación. El argumento mercantilista, pues, no resiste el menor análisis.

Como se aprecia con absoluta claridad la industria láctea del Perú que, en el sector industrial, ha creado más de 15,000 empleos, hoy está bajo una ofensiva populista y mercantilista que pretende paralizar el crecimiento del sector. Y lo sorprendente es que los grupos que desarrollan esta arremetida contra el sector lácteo son los mismos que levantan “banderas ambientales” para detener la producción de cobre del Perú. Y que crean mitos y leyendas en contra de la inversión privada, mediante las modalidades de asociaciones público privadas y obras por impuestos, con el objetivo de ralentizar el crecimiento para que la pobreza vuelva a aumentar.

Es la estrategia funcional al proyecto antisistema que pretende ganar las elecciones del 2021, señalando que la economía de mercado ha fracasado y que es hora del estatismo.