¡El estado de bienestar ya fue!

En el Perú algunos proponen reeditar fracaso europeo

En Europa el estado de bienestar está desmontándose aceleradamente. Sin embargo en el Perú algunos candidatos presidenciales proponen reeditar el fracaso europeo. La idea de que el estado debe ser el principal proveedor de servicios hoy es insostenible por una razón: el desarrollo alarga la longevidad y reduce la natalidad. En otras palabras, más jubilados que trabajadores activos. Por esa razón los estados de bienestar de Europa ahora desarrollan reformas audaces en el sistema educativo, de salud, y de pensiones, con el objeto de permitir la participación del sector privado y la sociedad en la provisión de los servicios.

Por ejemplo, Suecia, el paradigma del estado de bienestar, con un déficit de 11% del PBI, ha reducido en 10% la empleocracia, privatiza empresas públicas y rebaja salarios devaluando la corona sueca. Y fomenta la multiplicación de  proveedores de servicios (privados, cooperativas y otros) en educación y salud. En Holanda, otro modelo de sociedad de bienestar,  ahora se asume el concepto de “sociedad participativa” en reemplazo de la idea de estado de bienestar. Desde enero del 2015 la asistencia a los ancianos, incluido los niños discapacitados, se ha convertido en una “obligación moral” para los familiares y vecinos. Solo cuando no sea posible la ayuda, el estado focalizará su asistencia en los más pobres. Con esta reforma el estado holandés busca ahorrar 2,300 millones de euros. En el Reino Unido se implementa una reforma que recorta la asistencia estatal en viviendas y en el sistema sanitario con objeto de reducir el déficit fiscal.

Cualquiera sea entonces la experiencia en Europa hay reforma en marcha. Francia empieza a flexibilizar su régimen laboral ante el volumen del desempleo, pero Suecia y Finlandia ya habían avanzado por esa ruta mucho antes. La deuda pública de los estados de bienestar es tan astronómica que puede llegar al 100% del PBI e, incluso, al 200% del PBI. Una verdadera locura.

La deuda pública y el déficit fiscal que genera un estado que subsidia los servicios públicos de manera indiscriminada, no solo anula al sistema estatal para seguir financiando educación, salud, y las pensiones de los jubilados, sino que el deterioro de la economía termina por hundir a las propias empresas y trabajadores que producen y pagan impuestos.

En el Perú,  Alfredo Barnechea, candidato de Acción Popular, y Verónica Mendoza del Frente Amplio, han venido proponiendo un nuevo papel del estado en la economía y, de alguna manera, están emparentados con el aumento del gasto estatal y del estado empresario. Quizá ya sea hora que le solicitemos, sobre todo, al señor Barnechea precisiones sobre cómo va a hacer para evitar que el desastre europeo se replique en el Perú.

No se puede ser obtusos en negar que el modelo de crecimiento requiere de ajustes. La disciplina fiscal y el libre comercio, dos columnas que explican el crecimiento de los últimos 25 años, no son suficientes para seguir manteniendo tasas altas de crecimiento que nos permitan seguir reduciendo pobreza como antes. Se requiere un nuevo estado, capaz de resolver los entrampes institucionales, los déficits de infraestructura, de reformar la educación y los sistemas de salud. En otras palabras necesitamos un nuevo estado para que potencie los éxitos del mercado y la inversión privada en las últimas décadas. Pero semejantes objetivos, ¿qué tienen que ver con el estado de bienestar que se cae a pedazos en Europa?