El estado anti-exportador

Sobre la indolencia del aparato estatal ante la caída del sector exportador.

En circunstancias en que el Perú necesita que su oferta exportable sea más competitiva y diversa para atenuar la contracción de la demanda de nuestros productos en los mercados externos, el Estado ha optado por darle la espalda al problema en lugar de adoptar con urgencia medidas que fortalezcan la competitividad de nuestros productos. Esta indolencia parecer ser un factor que incide de manera importante en la actual caída sostenida de nuestras exportaciones.

El problema es serio. La Sociedad de Comercio Exterior (Comexperú), acaba de informar que las exportaciones totales del país han caído en un 15.5% durante el primer semestre de este año, con respecto a igual período del 2014. También ha señalado que las exportaciones agrícolas tradicionales han caído en un 33.9%, mientras que las no tradicionales registraron un crecimiento semestral de 2.2%, aunque en los últimos tres meses su tendencia ha ido en descenso: abril -2.9%, mayo -1.3% y junio -3.0%. Además, en el mismo semestre, las exportaciones textiles cayeron en un 27% (27.2% en junio).

Es cierto que una de las causas de la caída es la menor demanda en el mercado internacional, pero este problema podría atenuarse en buena medida si el gobierno tuviera una política proactiva e integral de promoción del comercio exterior, que permita reducir los costos y los tiempos para exportar, es decir que sean más competitivas.

Se podría empezar eliminando las trabas burocráticas, las sobrecargas tributarias y las excesivas fiscalizaciones estatales (Sunat, Sunafil, Digesa, Senasa, Indeci, etc.), que inciden negativamente sobre los precios y el dinamismo del comercio exterior, y también destrabando y acelerando las inversiones en carreteras, puertos y aeropuertos y demás infraestructura indispensable para exportar.

Si el gobierno liberara de todos esos lastres al sector exportador, éste podría aprovechar mucho más las potencialidades de los mercados abiertos con los TLC. Por ejemplo, solamente en Francia han sido identificadas oportunidades no aprovechadas por unos US$3,400 millones, principalmente en tres nichos, químico, agrícola y prendas de vestir, según ha informado la Asociación de Exportadores (Adex). Y si vemos más allá, veremos que solamente siete de los 17 TLC vigentes concentran hoy el 82% de las exportaciones no tradicionales.

En medio del panorama descrito, el almirante Luis Giampietri, estudioso del fenómeno El Niño, ha advertido que éste es inminente y afectará a diversos productos de exportación, principalmente el plátano orgánico, el mango, la uva, el espárrago y la palta, y también a las exportaciones de aceite y harina de pescado.

La indolencia del actual gobierno frente a la situación descrita se explica en una política económica que privilegia el gasto en programas sociales antes que el crecimiento económico, uno de cuyos principales motores es el libre comercio. De hecho, éste ha sido decisivo en la reducción de la pobreza de 60% a 22%.

Gracias al libre comercio, nuestras exportaciones con valor agregado crecieron más de 200% en volumen durante la última década, muy por encima de las tradicionales, diversificando además nuestra producción.

Lamentablemente, la institucionalidad pública está hoy de espaldas a las necesidades del comercio exterior y del crecimiento económico del país, que en última instancia lo único que elimina la pobreza.