El día del trabajo en el país de la informalidad

Legislación laboral condena a trabajar sin derechos

Hoy se celebra el día del trabajo en homenaje a los trabajadores de Chicago que lucharon por la jornada laboral de ocho horas a fines del siglo XIX, y que luego habrían de ser ejecutados por su irreverencia anarquista. Más allá de que los marxistas y los comunistas de toda laya se hayan apoderado de este homenaje, hasta convertirlo en parte de sus estratagemas de la lucha de clases, vale preguntarse, ¿cuáles eran los objetivos por los que luchaban los mártires de Chicago? La respuesta es incuestionable: conseguir derechos para los trabajadores.

Planteada las cosas así, ¿cómo se amplían los derechos de los trabajadores en el Perú? En nuestro país más de dos tercios de los trabajadores tienen empleos informales; es decir, sin derechos sociales (pensiones y salud). Únicamente una minoría del 30% goza de los beneficios a que tiene derecho un trabajador. Todos sabemos esta verdad, todos los estudios señalan que la madre del cordero está en la costosa legislación laboral que se torna en inaccesible para la mayoría de pequeñas empresas. Sin embargo nadie se atreve a señalar que la manera de luchar por los derechos de los trabajadores es flexibilizando la actual legislación. Peor aún, las izquierdas y los sindicatos son los principales defensores de un establishment que solo beneficia a pocos y excluye a la mayoría.

Según el Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la Cámara de Comercio de Lima, nuestro país está entre los que tienen los sobrecostos laborales más altos de América Latina y de la Alianza del Pacífico. Estos sobrecostos en el Perú representan el 60%, mientras que en Colombia 54%, México 36% y Chile 32%. Nuestra legislación laboral, en cuanto a rigidez en la contratación y el despido, se ubica en el puesto 107 del ranking elaborado por el Foro Económico Mundial, sobre un universo de 144 países. Una ubicación terrible.

Pero eso no es todo. La legislación laboral a favor de una minoría que reconoce dos gratificaciones al año, vacaciones de treinta días y una CTS, no solo excluye a la abrumadora mayoría de trabajadores de los derechos sociales, sino que también destruye la productividad. Por ejemplo, diversas investigaciones señalan que, considerando el crecimiento del PBI en las últimas décadas, el Perú debería tener menos de 40% de informalidad en toda la economía, sin embargo sobrepasa el 60%. Al respecto, el economista Gustavo Yamada ha señalado que la rigidez de la legislación laboral explica al menos 20 puntos porcentuales de la informalidad económica.

Asimismo, en el país casi no existen medianas empresas, como sucede en todas las economías desarrolladas; solo hay un pequeño número de grandes empresas mientras que el 90% restante es pequeña. ¿Cuánto tiene que ver la legislación laboral con esta estructura productiva? Mucho. La legislación laboral es el gran desincentivo para que las pequeñas empresas se conviertan en medianas.

Como se aprecia con absoluta claridad, la actual legislación laboral es una de las peores enemigas de los trabajadores porque condena a la mayoría de la fuerza laboral a la informalidad, a trabajar sin derechos elementales.

Pero la rigidez laboral no solo es enemiga de los trabajadores, sino también de toda la economía, porque se convierte en una enorme muralla en contra del incremento de la productividad y la necesaria diversificación económica del país. De allí que es difícil de entender a las izquierdas, a las dirigencias sindicales y a gran parte del sistema político, que solo defienden a una aristocracia de trabajadores.