A inicios del nuevo milenio diversos estudios y proyecciones e...
La multinacional energética y petroquímica española Repsol ha anunciado el inicio de sus operaciones de producción de gas en el Lote 57, en el campo Sagari (región Cusco). Desde el proceso exploratorio en el 2012, esta empresa ha perforado dos pozos productores, un pozo de inyección de recortes de perforación y un pozo exploratorio. Para las obras ha invertido US$ 362 millones y se espera que el próximo 1 de enero pueda comenzar a vender los 200 millones de pies cúbicos de gas contenidos en el lote.
El consorcio Repsol y China National Petroleum Corporation (CNPC) construyeron el campo Sagari para, desde allí, extender toda su actividad logística, para transportar materiales, equipos y personas por tierra, por avión y helicópteros, y por vía fluvial. El campo Sagari ha sido diseñado y construido considerando todos los parámetros ambientales y de seguridad que establecen la ley y las normas internacionales. Igualmente se han construido 19 kilómetros de ductos de manera tal que no perturban el libre desplazamiento de la fauna silvestre. El campo Sagari también es parte del Consorcio Camisea, del Lote 57, que produce gas natural y líquidos asociados desde el 2014.
¿El inicio de las operaciones en el campo Sagari ayudará a mejorar la crisis energética peruana? Según el informe de competitividad 2017-2018 del World Economic Forum (WEF), Perú se ubica en el puesto 72 de un total de 137 países. Como ya sabemos, la competitividad se explica por diversos factores, entre ellos están la manera como se resuelven los déficits de infraestructura y energía. Por las cifras del Ministerio de Energía y Minas se puede señalar que a partir del 2021 podría producirse un “tarifazo”, porque la oferta de energía no crece al mismo ritmo de la demanda; al contrario, está muy retrasada. Existirá, entonces, una crisis energética que golpeará fuertemente al país porque casi una sola fuente nos abastece de energía: el gas de Camisea. De la demanda de 6,000 megavatios de energía, el gas de Camisea cubre 3,500 megavatios, cantidad que representa alrededor del 60%. Es bueno saber que usando diesel un megavatio/hora cuesta US$ 200, por intermedio de una hidroeléctrica US$ 58 y usando gas US$ 40. Mirando estos costos, podemos entender la importancia de un proyecto como el Gasoducto del Sur.
La industria nacional requiere cada vez más energía para sus operaciones. Si las cifras económicas siguen mostrando buenos resultados, en el 2021 se tendrá que recurrir a la producción de energía eléctrica con diesel o mediante hidroeléctricas. Y, por supuesto, se tendrá que avanzar aceleradamente en la producción de energías renovables. Pero cuando no hay inversiones relacionadas con la energía, cuando se posterga el Gasoducto del Sur y diversos proyectos hidroeléctricos, se amenaza al modelo económico y social que el país sigue desde los años noventa. Se amenaza a la continuidad del crecimiento y al proceso de reducción de pobreza. Si no existe diversificación de las fuentes de energía, no hay duda de que se favorece a las fuerzas antisistema que se preparan para las elecciones del 2018 y 2021.
El ambientalismo ideológico busca detener las inversiones en hidrocarburos y gas de la misma manera como lo hace con la minería. Según el Libro Anual de Recursos de Hidrocarburos 2016, en el zócalo del norte del Perú existen ingentes recursos de hidrocarburos y gas, que servirían para relanzar la economía de esa zona y de todo el país. Lamentablemente en el Congreso de la República hacen eco al extremismo radical antisistema y sus relatos populistas y demagogos que impiden que las inversiones continúen.
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