¡Chau cuento de diversificación industrial!

Nuevo ministro de Produce dice que proyecto no va

El nuevo ministro de la Producción, Pedro Olaechea, acaba de señalar que el plan de diversificación productiva impulsada por la administración nacionalista ya no sirve. De una u otra manera del mismo espíritu participaba su antecesor en el sector, Bruno Giuffra, quien consideraba que el Estado no podía ser el gran asignador de recursos. ¿Qué ha sucedido para que en el nuevo gobierno se abandone el “sueño diversificador” del ex ministro Piero Ghezzi?

En un informe de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) se estableció que los veinte Centros de Innovación Productiva y Transferencia Tecnológica (Cite) creados durante el nacionalismo para promover la diversificación industrial no marchaban. La lista de deficiencias señaladas por el informe van desde sacrificar la complejidad de proyectos por la celeridad hasta que los Cite funcionaron como islas sin establecer sinergias con otros Cite.

A entender de este portal el plan diversificador del nacionalismo, en realidad, distraía las energías del Estado y la sociedad con respecto a las grandes reformas que el Perú debe emprender para relanzar la economía y lograr mayor complejidad de la economía.

De otro lado, para empezar esta discusión siempre vale recordar que hoy la manufactura contribuye con el 16.5% al PBI, el sector que más aporta a la economía. El sector servicios participa con cerca del 37%, pero ninguno de los componentes de este sector supera a la manufactura. La minería participa con el 14.4%. ¿Qué significa todo esto? Que el Perú ahora tiene la economía más diversificada de su historia, sobre todo considerando que el PBI se ha triplicado en las últimas décadas.

Distraerse en buscar mesas sectoriales que promuevan la diversificación con políticas específicas es gastar pólvora en gallinazos, porque nunca habrá mayor diversificación industrial si el Perú no emprende las reformas pendientes. Por ejemplo, las inversiones de mayor riesgo (claves para diversificar) requieren un entorno institucional favorable a los negocios: alto grado de gobernabilidad, Poder Judicial y seguridad ciudadana predecibles. Igualmente encender los motores de inversión en provincias requiere resolver gran parte de los déficits acumulados en infraestructuras que, según AFIN, sobrepasan los US$ 160,000 millones. ¿Cómo se puede diversificar la economía si faltan carreteras, energía y conectividad en general? Imposible. ¿Cómo puede surgir una fuerza laboral innovadora si continúan los retrasos en las reformas educativas y de salud? ¿Cómo puede existir una fuerza laboral innovadora si el 70% de los trabajadores es informal por los altos costos laborales?

El Perú es una sociedad de ingreso medio que ha desarrollado un sorprendente proceso de reducción de pobreza. Es una sociedad con clases medias en expansión y, por lo tanto, ya no puede seguir pagando salarios bajos como los países de ingreso bajo; pero tampoco puede competir con las economías avanzadas, por la escasa complejidad de su economía. En otras palabras, por su falta de diversificación.

En este contexto el Perú enfrenta la temida trampa de ingresos medios, en la que caen las sociedades que reducen pobreza luego de haber crecido a tasas altas gracias a una primera generación de reformas, pero que ralentizan el crecimiento y dejan de reducir pobreza por falta de una segunda generación de reformas. Nuestro país está exactamente en ese momento, no obstante que en las elecciones nacionales pasadas pasaron a la segunda vuelta dos fuerzas promercado.

Distraerse en estrategias diversificadoras sectoriales, en las que el Estado asigna recursos y pretende distribuir la pelota, es distraer las energías que necesitamos para impulsar las reformas de segunda generación. Es una distracción ideológica que nos hace olvidar cuánto tiempo estamos perdiendo por no concretar las reformas que necesitamos para evitar el abismo de la ralentización económica y la recesión.