Editorial Economía

Antenas saludables

Antenas saludables
  • 21 de abril del 2015

Sobre la campaña de Afin para derribar mitos que impiden mejorar la conectividad.

Uno de los principales obstáculos que enfrenta hoy el desarrollo de las telecomunicaciones son las restricciones a la instalación de antenas de telefonía celular, que son fruto de la presión de grupos radicales que, en su afán de boicotear la inversión privada, difunden en la ciudadanía el temor infundado a enfermedades supuestamente propaladas por la radiación no-ionizante que emiten dichas antenas. Con frecuencia vemos que algunas personas recurren inclusive a la violencia para impedir que se instalen antenas, sin que ninguna autoridad cumpla con su deber de explicarle a la población que aquella versión es falsa.

Para llenar ese vacío, la Asociación de Fomento a la Infraestructura (Afin), ha iniciado una campaña destinada a rebatir el supuesto efecto nocivo para la salud de las radiaciones no-ionizantes que emiten las antenas de telefonía celular.

Dicha campaña es necesaria porque el país tiene un déficit de antenas que está afectando el funcionamiento de las telecomunicaciones. Este déficit explica las constantes caídas de las llamadas por celulares y de la señal de Internet como consecuencia de la limitada infraestructura y la creciente demanda. Por ejemplo, hay ocho millones de teléfonos inteligentes que demandan un soporte que será imposible de atender en un futuro cercano si persisten las actuales condiciones.

Para entender el problema basta comparar la actual red de Lima con las de otras ciudades que disfrutan de una excelente conectividad. Nuestra capital tiene 2,600 antenas para nueve millones de habitantes, mientras que Santiago de Chile posee 8,138 antenas para siete millones de habitantes, Londres 30,000 para ocho millones de habitantes, y Tokio 90,000 para nueve millones (¡40 veces más!).

Pero, ¿es cierto que las radiaciones no-ionizantes producen cáncer u otra enfermedad?. NO. Así lo han establecido el Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos, La Sociedad Americana del Cáncer de los EEUU, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de los EEUU, la Organización Internacional de Investigación del Cáncer de la Organizacipon Mundial de la Salud, el Comité Internacional de Protección contra las Radiaciones No Ionizantes, y el Grupo de Ingenieros de los EEUU, que tiene más de 23 mil trabajos al respecto. Todos ellos han llegado a la misma conclusión: NO hay relación entre las antenas de telefonía celular y alguna enfermedad.

El director del Centro de Investigación del Cáncer del hospital de Washington, el peruano Elmer Huerta, explica que hay dos clases de radiación, las ionizantes y las no-ionizantes. Las primeras están en los rayos X y los de cobalto, y en la radiactividad. Son nocivas porque penetran las células, mutan los cromosomas y producen cáncer. El riesgo existe cuando hay sobre exposición a cualquiera de esos rayos.

La radiación no ionizante no penetran las células, por tanto no es nociva. A este tipo pertenecen las radiaciones de las microondas, las antenas de televisión y de radio, la Internet inalámbrica y la telefonía celular. Para entender cuán inocuas son las antenas de telefonía basta saber que emiten 50 vatios de radiación no ionizante, mientras que un microondas casero emite 2,000 vatios.

El jefe del Departamento de Medicina Nuclear del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas, doctor Alberto Lacho, afirma que NO hay ninguna evidencia científica que demuestre que hay una relación entre las antenas de celulares y el cáncer. Precisa además que en Estados Unidos y Europa, desde 1970 se presentan en promedio 6 a 7 tumores cerebrales por cada 100,000 habitantes, y que tal incidencia no ha variado hasta ahora, a pesar del creciente número de antenas.

En el 2014, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones hizo 2600 mediciones de antenas de celulares y los niveles estuvieron muy bajos. En San Isidro, una de las zonas con más antenas, la medición arrojó entre 0.001 y 0.006 de radiación por antena, siendo 100.00 el máximo.

No hay entonces razones de salud pública para que los municipios pongan obstáculos a la instalación de antenas. Algunos han llegado al extremo de prohibir su instalación de plano, y otros exigen que las empresas presenten un estudio de impacto ambiental por cada antena.

Por eso el esfuerzo de Afin debiera ser acompañado por el gobierno central, para disipar temores injustificados y tranquilizar a la población, y para mejorar la conectividad, que es fundamental para integrar a las regiones, promover su desarrollo y convertirnos así en un país mucho más competitivo en el mundo globalizado.

  21 – Abr – 2015

  • 21 de abril del 2015

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