Editorial Cultura

Juan Ramón Jiménez según Ampuero

Juan Ramón Jiménez según Ampuero
  • 09 de octubre del 2014

Crítica a la puesta en escena de la obra teatral “Un fraude epistolar”

Hay sucesos históricos poco conocidos que parecen más propios de la ficción. Uno de ellos es la “broma pesada” que le hicieron un par de escritores limeños, José Gálvez y Carlos Rodríguez, al entonces (1904) joven poeta español Juan Ramón Jiménez (1881 - 1958), Premio Nobel de Literatura 1956. Gálvez y Rodríguez, sostuvieron una relación epistolar con JRJ, pero fingiendo ser una hermosa joven limeña de nombre Georgina Hubner. El poeta español llegó a interesarse tanto en esta supuesta admiradora que incluso le anunció que vendría a Lima a conocerla, por lo que los bromistas tuvieron que “matar” a Georgina. Toda esta historia, y sus consecuencias en la vida de JRJ es contada por el escritor Fernando Ampuero en la obra teatral Un fraude epistolar, que actualmente se está poniendo en escena bajo la dirección de Giovanni Ciccia.

Es un gran reto convertir esta historia en una obra teatral, ya que los protagonistas (los personajes “antagónicos”) nunca llegan a conversar directamente y solo se comunican por cartas. Para superar este problema se ha apelado a una original escenografía dividida en dos espacios (correspondientes a Lima y Madrid) y al hecho de que las cartas de Georgina son escritas por dos personajes, lo que permite el “diálogo” (esencial en las obras dramáticas). Al menos en el espacio limeño, pues en el de Madrid el poeta (representado con eficiencia por Roberto Ruiz) solo puede monologar leyendo las cartas y reflexionando sobre ellas en voz alta, con lo que la obra se vuelve un poco lenta y pesada.

Consciente de este problema (el carácter más narrativo que dramático de la historia), Ampuero apela a la figura del “autor”, como un personaje que con una laptop incursiona en el escenario para “contarle” al público lo que está pasando en escena y algunos detalles de la historia que no se pueden representar. Una intervención que rompe con las convenciones del teatro tradicional, tanto por salir de la ficción como por ser un elemento anacrónico. Se trata, sin lugar a dudas de un recurso propio de la narrativa (el llamado “narrador omnisciente”) y que demuestra que Ampuero (a pesar de que esta es su segunda obra teatral) todavía no maneja con suficiente solvencia los recursos propios de la dramaturgia.

Hay que reconocer algunos aciertos de esta obra, como las intervenciones del “coro” de hermosas jóvenes (vestidas de monjas, bañistas, paseantes, etc.) que representan a las fantasías eróticas de un hombre tan enamoradizo y obsesionado con el sexo como este Juan Ramón Jiménez. Pero, en general, son más las falencias: el autor no parece haber decidido si su obra es un comedia o un drama (nunca llega a hacernos reír ni a conmovernos); los dos escritores limeños son exactamente iguales, por lo que sus “conversaciones” (las únicas de la obra) se convierten también en monólogos explicativos; y después de la supuesta muerte de Georgina (toda la segunda mitad de la obra) la historia pierde completamente su interés. En suma, Un fraude epistolar es solo una correcta puesta en escena de una historia a medio camino entre la narrativa y el teatro.

La obra se presenta en el  teatro Larco de Miraflores, está dirigida por Giovanni Ciccia e integran el electo, Roberto Ruiz, Tatiana Astengo, Sebastián Monteghirfo, Alicia Mercado, entre otros actores.

 

  • 09 de octubre del 2014

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