Como parte de sus celebraciones por el mes de las Letras, La C...
La trayectoria de un gigante de la música
El último domingo falleció la mayor estrella del rock mundial: David Bowie. La noticia tomó al mundo por sorpresa pues Bowie, siempre vital y creativo, tenía 69 años de edad y apenas tres días antes había hecho público su último trabajo musical (el álbum Blackstar). Su ejemplar trayectoria artística, su constante renovación estética, y la calidad de su trabajo musical y escénico resultan centrales para la historia y el legado del rock.
David Robert Jones nació en Londres, el 8 de enero de 1947. Desde pequeño demostró un gran talento artístico, y a los quince años ya había formado su primer grupo musical, al que siguieron otros más, que no tuvieron éxito comercial. Mientras tanto, David estudiaba teatro, mimo y otras artes escénicas, a la vez que se sumaba a la bohemia londinense de mediados de los años sesenta. Fue entonces que decidió cambiar su nombre para publicar su primer álbum solista: David Bowie (1967), demasiado influenciado por los Beatles y los Rolling Stones.
En aquella época se vinculó fuertemente a la escena de música folk, un género que pone más cuidado en las armonías y las letras de las canciones. Y eso se nota en el segundo disco de Bowie, Space Oddity (1969),
que abordaba el rock y la psicodelia entonces de moda a partir de canciones mucho más originales y mejor elaboradas. La canción que da título al álbum es uno de los grandes clásicos del rock y cuenta la historia del mayor Tom, un astronauta condenado a vagar solitario por el espacio. En la misma línea estuvo el tercer disco de Bowie: The man who sold the world (1970), cuyo excelente tema principal ha sido “versionado” innumerables veces y que el grupo Nirvana convirtió en un himno “noventero”.
El siguiente paso de Bowie fue renovar al rock como espectáculo escénico. Para ello inventó el personaje de Ziggy Stardust, una extraterrestre recién llegado a nuestro planeta, quien se presenta en el escenario acompañado de su grupo The spiders of Mars (Las arañas de Marte). Bowie escribió todo un álbum para estas presentaciones —The rise and fall of Ziggy Stardust (1972)— y para transformarse en Ziggy usaba una malla plateada, el cabello rojo y escarcha en el rostro; además estaba acompañado por algunos de los mejores músicos del rock. El éxito de estas presentaciones fue total y Bowie se convirtió en la gran estrella del rock inglés, tomando el lugar dejado por los Beatles (por su separación).
Pero Ziggy Stardust fue solo una de las muchas “personalidades” que Bowie iría dando a conocer con cada uno de sus nuevos trabajos. En Aladdin sane (1973) aparecería con un rayo azul y rojo cruzándole el rostro; y musicalmente se aproximaba a las disonancias del jazz de vanguardia.
En Young Americans (1975) Bowie hizo suyos mucho de los elementos más característicos de la música soul norteamericana, como en la canción “Fame”, coescrita con John Lennon.
En Heroes (1977) Bowie contó con la colaboración de Brian Eno y Robert Fripp, dos de los músicos más destacados del rock progresivo británico.
En los años ochenta, en pleno esplendor de la música disco, Bowie llegó al punto más alto de su fama mundial con Let’s dance (1983),
álbum trabajado junto con el norteamericano Nile Rogers y que contenía canciones como “Modern love”, “China girl” y “Let´s dance”. Y en los noventa se acercó a la música electrónica con el excelente Earthling (1997).
La lista de las transformaciones de Bowie podría continuar, pues en total publicó 25 álbumes, cada uno de ellos uno de ellos una aventura musical y escénica que llevaba al rock más allá de sus límites, tanto musicales como literarios. Su muerte significa también el final de la etapa más fecunda y valiosa del rock.
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