Editorial Cultura

Comedia de arte

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  • 01 de abril del 2015

Sobre Gran Hotel Busdapet, la película de Wes Anderson ganadora de cuatro Óscar.        

Las dos películas más importantes (ambas con nueve nominaciones) en la reciente noche del Oscar fueron Birdman del mexicano González Iñárritu, y Gran Hotel Budapest del norteamericano Wes Anderson. Finalmente, ambas obtuvieron cuatro estatuillas; pero las más importantes (mejor director y mejor película) fueron para Birdman, por lo que se puede decir que la película de Anderson fue la “perdedora” esa noche. Una injusticia, pues Gran Hotel Budapest tiene la misma o superior calidad estética que su rival, pero su “arte” está mucho más subordinado a la propia narración cinematográfica y a la diversión del espectador. Por ello la película de Anderson puede ser vista como una fascinante y bella comedia, a la manera de los clásicos del género.

La historia que se cuenta en esta película sucede básicamente en 1938 (aunque hay dos “marcos narrativos”, uno de 1985 y otro de 1968), el periodo de apogeo del exclusivo Hotel Budapest, ubicado en la ficticia República de Zubrowka, en Europa Central. El distinguido maitre de ese hotel es Gustave (interpretado por el actor británico Ralph Fiennes), quien a la muerte de una anciana millonaria (con la que mantuvo un apasionado pero discreto romance) se vuelve heredero de parte de su fortuna. Por supuesto, los ambiciosos familiares de la anciana hacen todo lo posible para eliminar a Gustave: varios intentos de asesinato y espectaculares persecuciones de las que Gustave y su inseparable discípulo Mustafá (un joven lobby boy) logran salvarse casi milagrosamente.

Como se sabe, Anderson suele trabajar mucho el aspecto artístico de sus películas, y esta vez lo hace por todo lo alto, apoyado por un muy buen presupuesto. Todas las locaciones resultan impresionantes, desde los espaciosos interiores del gran hotel, hasta las pequeñas ciudades, perfectamente conservadas, en las que se desarrollan algunas de las acciones; incluyendo los impresionantes paisajes nevados propios de la región. Esa belleza es potenciada por la excelente fotografía de Robert Yeoman (ganador del Oscar por esta labor), quien utiliza no solo la composición de las imágenes, sino también los colores, acentuándolos o diluyéndolos según la ocasión. A eso se suma una muy interesante galería de personajes secundarios, representados por actores carismáticos y con grandes trayectorias: Bill Murray, Edward Norton, F. Murray Abraham, Willem Dafoe, Jeff Goldblum, Jude Law, entre muchos otros. Y también la excelente música, que le valió otro de los cuatro premios obtenidos por la película en la noche del Oscar.

Con todos estos elementos, Anderson crea un universo sumamente peculiar, que si bien remite al esplendor de la alta burguesía europea entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial (pero sin omitir la naciente amenaza del ejército nazi), también tiene mucho de irreal y fantástico. Algo que sutilmente se subraya en diversos pasajes de la película, como en el casi inverosímil escape de Gustave de la prisión en que estaba recluido; o esa Sociedad Secreta de las Llaves Cruzadas, una insólita red de maitres de los hoteles. En suma, Gran Hotel Budapest es una muy buena película, divertida y agradable, y recomendable para todo tipo de público, desde el más inocente hasta el artísticamente más exigente.

01 - Abr - 2015  

  • 01 de abril del 2015

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