Eduardo Zapata

Yo, mí, me, conmigo

Yo, mí, me, conmigo
Eduardo Zapata
30 de marzo del 2017

Nuestro concepto de “posesión” es defectuoso

Laurita estudia en una escuela de Puente Piedra. Y como lo hacen todos los alumnos en sus cursos de comunicación integral —y seguro como lo hizo usted también— está aprendiendo y repitiendo mecánicamente pronombres y formas pronominales. Yo, mí, me, conmigo, tú, ti, te, contigo se leen y repiten hasta el cansancio.

Está claro que detrás de estas formas repetidas están los conceptos matrices de yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos. Y por extensión las atribuciones que estos conllevan. Lamentablemente la propuesta escolar no hace suficiente hincapié en que debajo de todas estas formas gramaticales subyace el concepto de propiedad. Base de toda convivencia civilizada.

En gran medida es a causa de ello —y de lo que la escuela de la calle enseña— que nuestro concepto de propiedad es más bien un concepto de posesión defectuosa. Desde la precariedad de la propiedad del cuerpo físico y de la propiedad de nuestras ideas hasta aquello referido a la posesión de bienes físicos o materiales.

Sin la clara distinción de mío, tuyo y nuestro se relativiza el valor de la propiedad. Y allí donde esta se relativiza, lo mío puede ser también tuyo (puede ser del Estado o de quien tenga posición de dominio temporal), lo tuyo puede ser también mío, y lo nuestro es solo una falaz entelequia que jamás responde al acuerdo entre yo y tú, lo nuestro termina siendo de nadie. Sea un bien privado o público. Inmoralidades aparte, pensemos cómo la burocracia maneja los presupuestos públicos que son nuestros como si fuesen suyos.

La emergencia nacional que vivimos constituye ciertamente una amenaza, pero también podría y debería constituir una oportunidad. El presidente esbozó en algún momento la posibilidad de un plan Marshall para el norte, pero no se ha vuelto a hablar de él. Se está volviendo a hablar de reconstruir infraestructura. Y —en el mejor de los casos— de reubicación de poblaciones.

La oportunidad que se presenta no es aquella de reconstruir el pasado, sino de construir el futuro. Integrar personas, mercados y culturas. Obras para la prevención sí, pero sobre todo empoderamiento económico de los actores sociales vía la interconexión de personas, mercados y culturas aludidos. Claro que necesitamos una suerte de plan Marshall, pero no solo para una región, sino para todas las regiones del norte y nororiente.

Pero todo lo anterior —y todas las buenas intenciones— carecerá de sostenibilidad si no garantizamos como paso previo el concepto de propiedad. Mío, tuyo y nuestro son palabras clave para no volver a sufrir estas desgracias causadas por manos e indolencia humanas, y no por la naturaleza. Yo, mí, me, conmigo, tú, ti, te, contigo deben dejar de ser formas gramaticales puras. Y nosotros debemos entender que detrás de ellas subyace lo mío, lo tuyo y lo nuestro. Aprovechemos para entender que la naturaleza también es parte de lo nuestro. Pero sobre todo aprovechemos para entender que un país entretejido por posesiones defectuosas nos conduce a la pobreza de las mayorías, a la inseguridad permanente y nos hará víctimas seculares de desastres “naturales”.

Eduardo E. Zapata Saldaña

Eduardo Zapata
30 de marzo del 2017

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