Eduardo Zapata

Y la luz fue hecha

Pago justo por los servicios realmente recibidos

Y la luz fue hecha
Eduardo Zapata
05 de julio del 2018

 

Vista desde las alturas y en la noche, y a juzgar por sus signos de luminosidad, la extensa y gran ciudad de Lima parecería gozar de un eficiente sistema de alumbrado público y privado. Y vista la relativa rapidez con la que nuevos asentamientos humanos advienen a la luz y salen de las tinieblas, efectivamente pareciese comprobarse la eficiencia que los signos lumínicos vistos desde las alturas nos advierten.

Si se tratase de la luz natural, prometida gratuita y divinamente desde el Génesis, sí, podríamos hablar de eficiencia. Pero cuando comprobamos que la luminosidad es generada artificialmente, la eficiencia se evanesce. Porque en la artificialidad hablamos de una relación costo/beneficio y ocurre que —como en tantas otras cosas— el costo del “beneficio común” no es asumido por todos.

Digámoslo claramente. Muchos nuevos asentamientos tienen luz pública no por la generosidad de las empresas eléctricas: ese costo es finalmente asumido por el Estado. Y muchos domicilios particulares también tienen luz tampoco por generosidad alguna, sino por una enmarañada red de cables (anudada a la luz pública) y que es producto del robo. Que no perjudica a las empresas proveedoras del servicio, sino a los contribuyentes todos.

Ahora que el Estado —sobre todo sus ciudadanos y sus urgencias— requieren del ingreso de mayores recursos, sería bueno, por ejemplo, olvidarnos del Génesis y de que la luz es natural para empezar a cobrarla, por ser artificialmente producida. Tratando de evitar pendencierías (robos de energía que premian al ladrón y castigan al contribuyente verdadero) y no olvidar nunca que no hay lonche gratis.

No solo de impuestos está hecho el reino de este mundo. También lo está del pago justo por servicios realmente recibidos. Y en el caso de la luz, justos están pagando por pecadores. Y aquí caemos en el tema de los arbitrios y del bajísimo nivel de recaudación que se logra. Caemos en el tema de los que jamás pagan esperando la inacción total del Estado o alguna moratoria de la moratoria de la moratoria, o alguna reducción de la reducción de la deuda, que no hace otra cosa que enseñar a los ciudadanos que el que paga a tiempo sus arbitrios es un tonto. Pues termina pagando más que el beneficiado con moras y recorte de deudas.

Más allá de lo que opinen ilustres juristas, con título de doctorado o sin doctorado, el Gobierno debería tomar la decisión inmediata de volver a asociar el pago de los arbitrios al pago de la luz. Los municipios se verían enormemente empoderados económicamente y una medida de esta naturaleza constituiría —además— una buena lección cívica para los que cumplen y aun para los pendencieros. Los servicios se pagan.

No será difícil para el MEF calcular cuántos millones de millones serán recaudados sin aumentar impuesto alguno. Y no será difícil para nuestros eximios legisladores proponer una ley que evite que la suma a recaudar proyectada por el MEF termine en gasto corriente de las municipalidades y no en las obras y servicios que los ciudadanos requieren.

 

Eduardo Zapata
05 de julio del 2018

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