Vizcarra y el espejo de Francisco

El mandatario, ing. Martín Vizcarra, ha recuperado rápidamente la imagen de la institución presidencial y está posicionando en la opinión pública “un presidente cercano”, próximo al sentir de los ciudadanos. Las visitas inopinadas a centros educativos, hospitales, la preocupación por un caso en particular, más allá de que se resuelva o no, han hecho que la aprobación a la gestión que lleva a cabo se empine por encima del 70%.

El ing. Vizcarra lo está haciendo bien con mensajes emocionales: “El Perú tiene esperanza”. O lo que señaló el lunes pasado, en el evento de presentación de la nueva junta directiva de la Sociedad de Comercio Exterior (Comex Perú), su llamado a la “reconciliación por encima de las diferencias”. Son frases cortas, efectivas, fáciles de entender y asimilar por la mayoría de la población. A diferencia de los argumentos racionales, siempre más extensos por sus propias características.

Recuerdan cuando el mons. Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco, asumió el pontificado. La Iglesia católica atravesaba una crisis de confianza por los pecados, faltas y delitos de algunos miembros del clero. Francisco decidió que no viviría en el palacio asignado al papado, seguiría ocupando el ambiente que ocupaba cada vez que se encontraba en Roma. ¿Cuál es el mensaje emotivo que quería transmitir a la feligresía? Recuperar la imagen de humildad y, al mismo tiempo, sin decirlo, que no sería un papa que se encierre en suntuosos aposentos.

La Iglesia católica, con más de dos mil años de historia, pasó del largo pontificado de mns. Karol Wojtyla —hoy elevado a los altares—, papa Juan Pablo II (líder carismático por excelencia, además de jefe de Estado de El Vaticano, que recuperó rápidamente la imagen de la institución religiosa tras la repentina muerte de su antecesor, Juan Pablo I) a Benedicto XVI (hoy papa emérito mons. Joseph Ratzinger, filósofo y anterior prefecto para la Doctrina de la Fe Católica).

El presidente Vizcarra, o sus asesores, parecen conocer bien esta historia y han aprendido pronto de ella. Lenguaje conciliador en la cúspide del Gobierno y energía en la acción de sus mandos inmediatamente inferiores. Lo sucedido en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con el ingreso de las fuerzas policiales —a solicitud de las autoridades universitarias— para recuperar las instalaciones tomadas por algunos estudiantes, demuestra que el gobierno está dispuesto a ejercer el Principio de Autoridad*.

Hasta ahora Vizcarra ha logrado amainar ímpetus, ha tomado distancia de las investigaciones que corresponden a la Fiscalía y el Poder Judicial respecto del megacaso de corrupción internacional denominado Lava Jato. Una tregua social es una ventana de oportunidad, pero las ventanas no son tan amplias como la Casa de Gobierno que debe conducir hasta el 28 de julio del 2021.

Por otro lado, César Villanueva, en su segundo debut como presidente del Consejo de Ministros, ha adelantado que el país necesita recursos si queremos que la economía no se vea afectada. En otras palabras, inversión pura, fresca y pronta. Conducir un gabinete significa trazar líneas de acción en las que todos sus miembros deben apuntalar estos esfuerzos. De lo contrario, el gabinete de ancha base tendrá que ser reconstituido antes del próximo 28 de julio.

* La semana pasada un grupo de estudiantes tomó las instalaciones de la ciudad universitaria en rechazo a la decisión de implementar Estudios Generales para los nuevos ingresantes. Al respecto, la Ley Universitaria indica que los estudios generales son parte integrante del proceso de formación de los estudiantes y toda universidad acreditada tiene que implementarlos. La ley no se negocia, la autoridad comunica, informa y se aplica.