Luis Cáceres Álvarez

Vieja Guardia del siglo XXI

Vieja Guardia del siglo XXI
Luis Cáceres Álvarez
28 de octubre del 2016

El Criollismo tiene quien lo guarde. La poesía de la calle celebra a fin de mes.

Un 18 de octubre de 1944 el presidente Manuel Prado decretó el 31 de octubre como Día de la Canción Criolla. A solo tres días de celebrarla, 72 años después, deben conocerse los vastos repertorios de letras y melodías de bardos que jamás alcanzaron la fama. Hace tan solo una semana el Ministro de Cultura, Jorge Nieto Montesinos, encabezó una reunión a puertas cerradas en la cual convocó a puntales que salvaguardan esos tesoros musicales. De esta manera, conoceremos la situación actual del Criollismo y cómo apoyar en su difusión. Se saluda el gesto.

Primero, debe aclararse que este universo está envuelto en una mística, aprendida desde la cuna en ocasiones, a veces difícil de entender. Entiéndase “criollo” como cultor que escucha, conoce su historia musical y comprende una variedad de géneros como los valses, las polkas, los tonderos, las marineras, las zañas, entre otros. Así evitaremos prejuicios y generalidades con los que la sociedad resalta, despectivamente, una actitud despreocupada y de “pendejadas”. A otros les da igual: quieren jaranear tranquilos porque “no importa mañana la condena si estuvo un rato el corazón contento”. Sin embargo, no toda composición se refiere a prolongadas melancolías, o al “estar jodidos pero contentos”; también hay lugar para visiones optimistas y poéticas, o crónica sobre la vida en la ciudad, los quehaceres o algún amor correspondido.

Uno de los asistentes a la reunión del sector cultura fue Wendor Salgado Bedoya (Barranca, 1941), “el guardián”, que también podría llamarse catedrático por sus máximas experiencias en innumerables peñas y por ser fundador de “La Catedral del Criollismo” y presidente del Centro Social Musical Cultural Breña (en 1979). Pero, él se considera, además de obrero (mecánico textil), “un guitarrista de barrio, un guitarrista de callejón”, orgullosamente y a sus 75 años. Recuerda mucho a un tío (de cariño), que predicaba contrapuntos y melodías antiguas: Augusto Ascuez, el inca negro o el señor de la jarana, experto en marinera limeña, quien enseñaba cómo portarse en la amistad y en la música.

La juventud no encuentra un lugar donde escuchar la mayoría de los ritmos populares de la costa; excepto en "La Catedral del Criollismo", un espacio donde resurgen canciones de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, alrededor de fotografías, discos, libros y posters de sus épocas doradas. Todos los viernes del año —a partir de las cinco de la tarde y durante tres horas, y a lo largo de una década— la casa de Wendor se transforma en un centro de tertulia para abrazar y difundir diversas expresiones musicales. Pasan por allí jóvenes cantores para aprender algo del repertorio tradicional; buscan una canción, la escuchan y, si quieren entenderla, preguntan. Lo viejo se hace nuevo porque una gran cantidad de compositores no fueron conocidos, ya que no se presentaron en radio, televisión ni llegaron a grabar ningún disco. “Si ya lo comercial se escucha toda la semana, las mismas canciones, los mismos temas, por qué no darle espacio a esa infinidad de letras que no salen. La mayoría de gente que desea aprender empieza con lo que se grabó desde el año 1960 hasta 1980 ó 1985. Entonces, el repertorio se acorta”.

La cuestión es que los más de 500 discos grabados, cada uno con 18 a 20 interpretaciones y composiciones, ingresen a dominio público como muestra de fervor nacional. Quieran o no, hay que seleccionar qué cantar, y cada uno entrega parte de sus vivencias. El mayor anhelo es que no muera la música criolla como tantos afirman que está sucediendo. “Mientras alguien quiera aprender, bienvenido será” señala Wendor. Entre quienes están contribuyendo a la renovación de voces están investigadores como Eligio Ronceros y Fred Rohner; el chansonier de Breña, Carlos Hidalgo; el “Adalid de la Canción Criolla”, Carlos Castillo; y el cantautor Fernando Rentería.

A inicios del 2011, Manuel Acosta Ojeda decía que la música popular costeña regresaba como el ave fénix por estos perseverantes e ingenuos locos. Hoy no solo señores entre 60 a 80 años mantienen vigente este legado, también jóvenes de 20, 30 o 40 desean seguir apoyando. "(...) Subestimé el poder de recuperación de su gente y las ganas de nuestros jóvenes, que al desconocer que era imposible, lo están consiguiendo". 

Aunque un criollo muera, llevándose consigo un fragmento de la canción criolla, esta tradición no morirá cada vez que alguien escuche, entienda o decida celebrar. Habrá un jardín de recuerdos de cómo cantaban, cómo celebraban, cómo eran. Una riqueza.

 

Texto y Fotografía por Luis Cáceres Álvarez

Luis Cáceres Álvarez
28 de octubre del 2016

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