Vieira y la adolescencia política

Peruanos por el Kambio ha llegado al poder sin haber madurado como partido

"Vieira es el primer congresista al que se aplicará la norma contra el transfuguismo, aprobada en octubre" señala el diario El Comercio. Y es porque Roberto Vieira ha sido expulsado de Peruanos por el Kambio. Según señalamientos de la bancada, en voz del congresista Juan Sheput, fue una decisión coherente con la idea de que "la disciplina es fundamental en la bancada porque hay un tema de gobernabilidad de por medio. Además, hemos decidido respaldar a nuestro vocero, que ha sido maltratado por Vieira en la última semana"

Lo que vive Peruanos por el Kambio es probablemente un problema natural en una agrupación política adolescente que, antes de tiempo, se ha "emancipado". Están en el poder sin haber cuajado como partido. Son parte del Legislativo y son el Ejecutivo. No advierta el lector en mis apreciaciones una crítica por el mero placer de criticar. La vida pone a niños a enfrentar tareas de hombres y a agrupaciones políticas a hacer vida de partidos. Pero así como los niños no podrán —no sin consecuencias— experimentar adelantadamente etapas, las agrupaciones que están en el alba de su vida política deberán experimentar los roces y las refriegas del coqueteo con el poder, sin marco ideológico y sin haber llegado a ser partidos.

¿Pero acaso esto es relevante realmente para la vida del país? Sí, porque hasta el pragmatismo tiene doctrina. Y concebir al partido desde la ideología, no dogmática, es plantear el aglutinante de ese grupo de personas que se unen para proponer una tesis política, una propuesta de valor y un camino en la construcción de una agenda pública, un plan de país y de desarrollo. Metas claras con formas definidas. Procederes específicos y conductas esperables. La predictibilidad es lo que legitima la acción del representante en la democracia contemporánea. (Y se agradece).

Hace unos días me invitaron al usual Foro Socialcristiano, donde señalé que era menester de Peruanos Por el Kambio comprender el doble imperativo que la peruanidad actual le impone: hacer país y hacer partido. Como gobierno tienen el deber de llevar adelante una agenda país, y como partido deben apresurar una agenda institucional que clarifique cuáles son las formas para atajar ese fondo que es el Perú al 2021 y más allá. (Si quieren sobrevivir a haber sido gobierno).

Vieira es sólo la punta del iceberg de las debilidades estructurales que un sistema de partidos inexistente pone de manifiesto en el seno de la institución símbolo de la democracia por excelencia: el Congreso. Y los problemas no son solo de Peruanos por el Kambio. Si el ejecutivo es el brazo que activa a la democracia y el judicial debe ser la conciencia que limita la acción, el legislativo es el alma que da vida al sistema; es el biorritmo de la difícil tarea de hacer converger puntos y representar divergencias.

El mayor problema de una democracia sin partidos es que el caos puede reinar en el pleno. Lejos de verse representada la diversidad de intereses de la nación (o naciones) se interponen los personalismos que restan toda virtud de construcción republicana, de fin loable para la política como servicio y profesión.

Los partidos, como carrozas electorales, no pueden sino traer afrentas viscerales y poco productivas al ciudadano, que luego ve con desdén a quienes se dedican a la vida pública. Hacer partido no es solo necesario, hoy es urgente.

Nancy Arellano

@nancyarellano