Manuel Bernales Alvarado

Vacancia, paradoja política y corrupción.

El enfrentamiento entre defensores del mismo modelo económico

Vacancia, paradoja política y corrupción.
Manuel Bernales Alvarado
28 de febrero del 2018

 

Opinantes, opinólogos y “opinópatas” están divididos a priori sobre la vacancia presidencial, entre los que la desean y los que no la desean, de acuerdo a lo que piensan que puede lograrse en los posibles escenarios. Somos espectadores y muchas veces partícipes del arte de tener que decir algo para lograr o mantener visibilidad, ingresos o recompensas no materiales. Todos compartimos una premisa formal: que es por el bien del Perú. Es un prenotando que debe suscribirse. Pero antes de confesar públicamente ensueños o pesadillas, debo referirme a los asuntos de carne y billetera que intervienen en la lucha por el poder, el prestigio, la influencia, la gobernabilidad o la gobernanza.

No hay nada nuevo bajo el sol. Tampoco en nuestro atribulado y manoseado país, que tiene la extraña virtud de flotar en la mundialización con una rara ingenuidad geopolítica. Hay que identificar el interés que mueve al grupo o la persona a favor o en contra de la vacancia o sucesión constitucional. “El modelo de mercado” (no de “economía social de mercado”), es lo común a las dos principales fuerzas en choque y negociación: la mayoría congresal y Fuerza Popular. Un modelo implantado sobre todo desde que se dan acuerdos entre el Gobierno (vía MEF) y el FMI, es el común denominador material e ideológico de los agentes que pueblan la red del Gobierno, de los gremios empresariales, las principales empresas, los agentes globales, y el fujimorismo (o los fujimorismos). Pero este modelo no se reduce a ellos: hay una miríada de actores más informales que formales que lo han hecho suyo, así como la prensa y la opinión pública. Especialmente desde 1990 se ha logrado el consenso de ideas y creencias básicas en favor del modelo: Ad regendum est credere: gobernar es hacer creer. El modelo nos ha llevado a buenos resultados, y debe ser juzgado con sentido racional, previo análisis serio (no superficial, unilateral, o simplificador).

Suponiendo que no haya cambios catastróficos o fantásticos en la conducta de los principales actores políticos, se hace patente la paradoja del enfrentamiento entre fuerzas que han hecho suyo ese modelo. Mientras hay migraciones, flujos y reflujos, marchas y contramarchas, la lucha social continúa. Y una característica de los opositores o recusadores del modelo —los partidos de izquierda—, es que siguen fraccionándose mientras buscan la unidad por medios y métodos diversos y hasta divergentes. Unos rechazan las inversiones extractivas, otros defienden a Cuba y a su supérstite venezolano, una dictadura militar extractivista a ultranza.

Es indispensable mejorar o cuando menos mover más la maquinaria del Gobierno central, sus relaciones con los gobiernos departamentales, con los gobiernos provinciales de mayor incidencia económica, con las redes de medianos y pequeños inversionistas, con los maestros, con el personal de salud, con la policía. Es necesario hacer algo para mejorar la vida citadina y detener la degradación ambiental del Pacífico, de los ríos y lagunas, del suelo y del aire. Se debe encarar la trata de personas y delitos ligados a la tala ilegal, a la minería ilegal, al tráfico elefantiásico e ilegal de terrenos. ¿Seguimos?

Una paradoja central es la de los defensores del mismo modelo enfrentados como en arena de circo romano. El núcleo dinamizador de esa paradoja es la corrupción sistémica que atraviesa, informa y orienta la acción social. No solo en el siglo XXI los actores económicos han invertido en la compra de actores políticos y sociales, ni es nueva la tendencia a corromper desde aparatos de Estado. La puerta giratoria de moda, se ve tanto en empresas como en instituciones no lucrativas, basta leer la información internacional sobre las ONG.

La toma de las alturas —reyes, reinas, alfiles y torres del Estado— se ha dado desde antes del siglo XIX. Empleemos a Sun Tzu para analizar la política, las decisiones de autoridad y las políticas públicas, aunque no suela considerársele como un clásico de la ciencia política.

 

Manuel Bernales Alvarado
28 de febrero del 2018

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