Iván Arenas

Urresti, Rosa María y Álvarez Rodrich

Urresti, Rosa María y Álvarez Rodrich
Iván Arenas
04 de noviembre del 2015

Cuando el límite entre el periodismo y la antipropaganda se torna difuso

La demolición mediática contra Alan García, candidato del Apra, ha llegado en los últimos días a extremos inaceptables. A la ya conocida y persistente actitud grotesca del ex ministro nacionalista Daniel Urresti contra García, se suma ahora la inexplicable actitud de la periodista Rosa María Palacios, quien ha calificado como “candidato de los narcos” a García. Semejante denominación al candidato de la estrella, ha sido “levantada” por el también periodista Augusto Álvarez Rodrich en una reciente columna.

No obstante, hay un abismo de diferencia entre Daniel Urresti y los periodistas Palacios y Álvarez Rodrich. Urresti es un alfil palaciego, un operador político que funge de cancerbero contra García bajo las órdenes de la mal llamada pareja presidencial. De allí que son entendibles sus rabietas y sus opiniones malhadadas contra García o Keiko Fujimori. Sin embargo, Palacios y Álvarez Rodrich son dos periodistas con capacidad de generar opinión en un vasto sector de la sociedad y, al parecer, no tendrían lugar común con el ex ministro Urresti. Surge entonces una pregunta ¿desde cuándo el periodismo político dejó de ser reflexión y análisis objetivo para convertirse en antipropaganda?

En ese sentido no es la primera vez que el periodismo político se pone la camiseta del “anti” y deja de lado su papel informativo y de sensatez para convertirse en irradiador de antipropaganda pura y dura. A diario somos testigos de la actitud irracional de cierta prensa que intenta bajar a toda costa la candidatura de García. Los “periodicazos” son en realidad portadas escandalosas que solo buscan demoler. Recordemos el caso Lava Jato, en el que a toda costa se quiso vincular a García por el solo hecho de que la investigada Zaida Sisson fue esposa de un ex ministro del primer gobierno aprista, sin que se conozca hasta ahora el supuesto hecho de corrupción. Con respecto al caso de los narcoindultos, en el que se ampara la señora Palacios para endilgarle el apelativo a García, las cifras de la Fiscalía fueron en un primer momento un total de 540 gracias presidenciales entregadas a presos por tráfico ilícito de drogas y hoy solo 16 son investigadas (incluido el de las contramarchas de Ramiro Castro y Carlos Buitrón Do Santos, alias Brasil).

Sin embargo, la actitud del tridente Urresti, Rosa María Palacios y Augusto Álvarez Rodrich contra el candidato de la estrella solo se entiende bajo una perspectiva: en vista que es casi imposible bajarle la llanta a Keiko Fujimori, debido a su alta aprobación en las encuestas, hay que impedir a cualquier costo que García llegue a la segunda vuelta, aunque haya que pasar por encima de las reglas elementales de la ética periodística.

Es obvio que la nueva arremetida de antipropaganda contra García favorece a la pareja palaciega y también a los otros candidatos que aspiran a disputar el segundo lugar. El antiaprismo de ambos periodistas es tan fuerte que parece no importarles si al final favorecen a Acuña o Verónika Mendoza. ¿Ignoran acaso, Palacios y Álvarez Rodrich, “la plata como cancha” de Acuña o el chavismo de Mendoza?

Decía el gran Luis Miró Quesada de la Guerra: “El periodismo, según como se ejerza, puede ser la más noble profesión o el más vil de los oficios”. Vale apuntarlo.

Por: Iván Arenas

Iván Arenas
04 de noviembre del 2015

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