Iván Arenas

¿Urresti, el nuevo Fujimori?

¿Urresti, el nuevo Fujimori?
Iván Arenas
10 de diciembre del 2014

El ministro mediático se perfila como el candidato nacionalista del 2016

Ante el desorden macroeconómico y el asedio salvaje del senderismo Alberto Fujimori tuvo los argumentos para dar en abril de 1992 el golpe contra el sistema democrático. Parafraseando a Marx, la historia se repite pero no se sabe si tiene tintes de comedia o color de drama. Ahora el ministro  Daniel Urresti con un estilo belicoso que rememora aires y gestos facistoides y ante la sensación de desorden y caos que genera en el común de los peruanos la inseguridad ciudadana, emerge como carta presidenciable para las elecciones del 2016. No hay duda, la mano dura ha regresado.

Aunque parezca una paradoja el outsider no ha nacido desde la izquierda radical sino desde el nacionalismo amparado por la pareja  presidencial. Ya Urresti pasa el 50% de aprobación y en su  coraza no le entras balas a pesar  que sus jefes se encuentran en un marasmo de escándalos y sospechosas jugadas para direccionar la investigación de sus vínculos con Belaunde Lossio. A los días siguientes del autogolpe el respaldo rebasaba el 70% en las encuestas legitimando así a Fujimori y el rompimiento del sistema que era democrático pero no popular. Urresti ante la “percepción” de inseguridad ciudadana -como le llaman los operadores políticos del nacionalismo a este flagelo- con gestos autoritarios, poses mediáticas y faranduleras ha cautivado a sectores populares y hecho reír a la clase empresarial, que jugaba en la CADE a convertirnos en un país del primer mundo mientras aplaudía fervientemente el discurso del ministro.

Ante esto no cabe duda que Urresti será la carta presidencial del nacionalismo. Y eso ya es otra historia. En ese escenario quien debería preocuparse es Keiko, que como se sabe intenta, a pesar de todo, renovar el fujimorismo dejando de ser un movimiento pasionario y familiar para convertirse en algo más parecido a un partido político que pueda fortalecer el sistema. Si alguna característica tiene el fujimorismo es que es un movimiento de tiene cariz popular y aceptación en los sectores medios/altos, no necesariamente ideologizados y recordando la mano dura de Alberto. Ese espacio podría arrebatárselo Urresti si sigue apelando al facilismo de elegir oponentes tan sensibles a las fibras ciudadanas como el futbol o la inseguridad aun sabiendo que solo se queda en el discurso y la forma. Lo que sí podría ser una paradoja es que ante los gestos intolerantes y poco democráticos de Urresti, Keiko y el nuevo fujimorismo terminen siendo la opción republicana.

Si hay algo de reclamo al gobierno de la pareja presidencial no es solo que le hayan bajado las revoluciones al crecimiento de la economía peruana o que su “honestidad para hacer la diferencia” solo haya sido un eslogan de campaña para ganar las elecciones, sino que nos deja por herencia un outsider autoritario. Recordemos que en su génesis el nacionalismo de Ollanta y Antauro no marcaba distancias frente al poderoso chavismo de entonces y la izquierda de indias con sus satélites bolivarianos. Volviendo nuevamente a Marx solo el tiempo dirá si la historia se repitió.

Por Iván Arenas
(10 - dic - 2014)

Iván Arenas
10 de diciembre del 2014

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