Martin Santivañez

¿Unión civil o matrimonio encubierto?

¿Unión civil o matrimonio encubierto?
Martin Santivañez
24 de marzo del 2015

¿Oponerse al matrimonio gay es un acto de homofobia rabiosa e intolerante?

Es interesante, desde el punto de vista social y jurídico, el amplio debate que ha suscitado la “unión civil”. Ciertamente, los defensores de la unión civil han buscado de manera consciente polarizar la discusión hasta el punto de obligar a que la mayor parte de la sociedad cambie su postura. Y digo cambie, porque las encuestas son firmes en el sentido contrario a pesar del bombardeo mediático con que se ha intentado variar el clima social. Con todo, esta polarización sí ha sido importante para depurar ambas posturas permitiendo que el debate aclare varios extremos que se repiten como sambenitos sin esgrimir razones, solo pasiones.

Uno de esos extremos es el pretendido carácter homofóbico de los opositores a la unión civil. Los voceros del movimiento gay han buscado, de manera consciente, la condena social de todos los que consideran que su proyecto es, en el fondo, un matrimonio encubierto. Contra esta estrategia ha conspirado la propia realidad de la sociedad peruana. Entre los detractores de la unión civil figuran personas comunes y corrientes, ciudadanos interesados en promover la realidad de la familia y la institución jurídica del matrimonio. No estamos, como caricaturiza el lobby gay, ante hordas de homofóbicos que buscan incendiar la pradera de los derechos humanos. Por el contrario, la resistencia organizada que no comparte la postura de la unión civil también se siente portadora (nomóforos) de unos derechos muy concretos: los derechos humanos de la familia protegida por la institución matrimonial.

No es cierta, por tanto, la visión prejuiciosa de los que sostienen que oponerse al matrimonio gay es un acto de homofobia rabiosa e intolerante. La homofobia es una actitud execrable de por sí, maniquea y contraria a la dignidad inalienable de las personas, desde todo punto de vista. La homofobia es un mal social que necesita ser extirpado y combatido, al igual que el racismo y el anticlericalismo. Pero también es maniquea la postura que sostiene que todos los que no están de acuerdo con el lobby gay incurren en causal de homofobia. Esto es falso. No estar de acuerdo con alguien no equivale a odiarlo. En sentido estricto, defender el matrimonio, en tanto institución jurídica precisa de la dualidad de sexos y la transmisión de vida, no es un acto de odio, sino un argumento jurídico de discrepancia, objeto de análisis y discusión. De hecho, la discrepancia, en una sociedad civilizada, se supera siguiendo el camino de la ley, el sendero del procedimiento, esto es, respetando los cauces constitucionales que establece el Estado de Derecho.

Ser un nomóforo, un portador de Derecho, no implica automáticamente tener siempre la razón. De hecho, el que acude al Derecho tiene que respetar los procedimientos de éste. La unión civil, para un sector importante de la población, es un matrimonio encubierto. Que este sector importante sostenga esta postura no convierte a la mayoría social en una mayoría homofóbica y prepotente. De hecho, la democracia ha sido construida gracias a la opinión de estas mayorías. ¿No?

Por Martín Santiváñez Vivanco
24 - Mar- 2015

Martin Santivañez
24 de marzo del 2015

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