María Cecilia Villegas

Una más de Toledo

Una más de Toledo
María Cecilia Villegas
13 de agosto del 2015

Sobre la regionalización apresurada e irresponsable que dejó el toledismo

Una de las grandes críticas que se hizo durante la década de los noventa al Estado Peruano era su excesiva centralización. Por ello se buscó implementar la descentralización con la idea de acercar al responsable de prestar el servicio a la población. En los países donde se ha implementado una descentralización con buenos resultados, la autoridad es elegida entre los vecinos de la localidad y tiene la obligación inmediata de rendir cuentas sobre su gestión. De esta manera, el poblador sabe quién es, puede comprobar de manera directa si cumple o no con sus obligaciones de manera eficiente, y tiene la oportunidad de premiarlo con una reelección o sancionarlo votando por otro candidato. Sin embargo, la descentralización per se no implica una mejora automática en la entrega del servicio ni en la calidad de vida de los pobladores.

Hoy el Perú sufre las consecuencias de una descentralización mal hecha, sin el soporte de técnicos que desarrollaran una política coherente, sin los incentivos necesarios para la rendición de cuentas y sin transparencia en la administración pública. Alejandro Toledo, cuando presidente, ávido de congraciarse políticamente con los cacicazgos regionales, fervientes buscadores de rentas del Estado, repartió la funciones del gobierno central y enormes recursos entre los gobiernos regionales y municipales que no tenían ni la experiencia ni la capacidad técnica para administrarlos. Así nos heredó reyezuelos regionales sin control y sin obligación de rendirle cuentas a nadie. Ni siquiera al Congreso.

Esta mal diseñada y peor implementada descentralización ha servido además como excusa al Poder Ejecutivo y sus ministros, calichines irresponsables, para esconder su incapacidad. Así, tenemos ministros que se dan el lujo de sostener que “el gobierno central hace su esfuerzo, pero el resto depende de los gobiernos locales.” ¡Como si a los ciudadanos les bastara con el “esfuerzo” del Estado! O como el Ministro de Economía, quien sostiene que es ministro exclusivamente del gobierno central –lo que sea que ello signifique.

En una buena descentralización el gobierno central tiene que ejercer un rol fiscalizador. No basta con excusarse diciendo que ahora las funciones corresponden a los gobiernos regionales y locales. El Estado tiene que garantizar que los servicios básicos lleguen a todos los peruanos. Si un gobierno regional o municipal incumple con una función determinada, el gobierno central debería asumir inmediatamente esa función y sancionar al gobierno sub-nacional. De esta manera se garantiza que el ciudadano reciba el servicio y que los gobiernos subnacionales no abusen de sus funciones ni incumplan sus obligaciones. Y además, se obliga a las autoridades del gobierno central a rendir cuentas y ser eficientes en su gestión. No solo a engrosar su CV.

El desarrollo institucional de un país está estrechamente relacionado con la capacidad de sus ciudadanos, en ambos extremos de la balanza: construyendo instituciones desde su rol en el sector público o demandándolas como ciudadanos y electores. De por sí, los países en vías de desarrollo tienen menos gente dispuesta a trabajar en el sector público reformando instituciones, construyendo colegios y hospitales, luchando contra intereses creados y defendiendo el Estado de Derecho. Peor aún, son pocos aquellos que tienen la capacidad técnica para hacerlo.

¿Quién asume la responsabilidad de los 129 fallecidos por el friaje?,  ¿Quien por la desaceleración económica y la baja inversión pública? ¿Quién? Sí, aquí, nadie es responsable de nada.

Por María Cecilia Villegas

María Cecilia Villegas
13 de agosto del 2015

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