Carlos Sotomayor

Una historia violenta

Una historia violenta
Carlos Sotomayor
02 de septiembre del 2015

Entre la defensa airada del Cardenal y la campaña “chapa tu choro”

LA RELIGIÓN NO SE MANCHA. Un ojo acucioso descubre, en un artículo firmado por el cardenal Juan Luis Cipriani, párrafos cuya autoría no le pertenecen. Aquello, en cualquier parte del mundo, se denomina “plagio”. Tal como sucediera con Alfredo Bryce Echenique –cuando le descubrieron la misma maña–, el cardenal sufre la condena, justa y necesaria, de aquellos que respetamos el trabajo intelectual. No obstante, aparecen sus defensores (que defienden lo indefendible). Y ante las evidencias escriben: “…muy pronto salta a la luz el verdadero motivo: se busca silenciar la voz de Cipriani, porque amordazarlo equivale a callar a la Iglesia” (Martín Santiváñez Vivanco dixit). ¿Silenciar su voz? ¿No tiene acaso un programa de radio en el que hace y deshace? ¿Callar a la iglesia? ¿Es acaso un guerra santa, un lío de credos? “Erró sí con las comillas, pero es de muy mala leche considerar esa metida de pata como un plagio por provecho propio o malicia, más aún si tal es el mensaje clerical acordado desde el papado”, intenta argumentar Aldo Mariátegui. No creo que haya pensado igual cuando se descubrió lo mismo en artículos de Guillermo Giacosa. La diferencia estriba en que Giacosa es, para AM, un “caviarón” y el Cardenal, “un virilmente frontal, un potente príncipe de la iglesia”. Las cosas por su nombre. Al pan, pan; al vino, vino. El cardenal plagió, no una, sino varias veces, como se ha probado. ¿Y el mea culpa? No, no se oye padre.

“CHAPA TU CEREBRO Y ÚSALO. Le comentaba a un gran amigo que no creía yo que la inseguridad ciudadana se había incrementado por culpa de este gobierno. Me parece que la cosa viene desde mucho antes y que su incremento acelerado es como una bola de nieve que cada vez se hace más grande. Es evidente la inoperancia de la administración actual, la del presidente Humala, en la lucha contra la delincuencia y la criminalidad. Y las críticas frente a esto son, a todas luces, justificadas. Siempre y cuando no provengan desde el Apra, que tampoco hizo mucho al respecto (recuerden que el caso de la pequeña Romina, baleada en la vía expresa, sucedió en el 2010). Buscarle solución a semejante problemática reviste, a estas alturas, carácter de urgencia. Aunque a este paso, quien tendrá que asumirlo será el próximo inquilino de Palacio.

Entiendo a aquellos que se sienten impotentes, frustrados, ante el galope delincuencial. Aparecen así espontáneos que pregonan campañas como la de “chapa tu choro y déjalo paralitico”. No me extraña, es parte de la descomposición social que padecemos, como el “roba y hace obra”. La ciudadanía está harta de autoridades que no hacen nada al respecto, que no dotan a la policía de los mecanismos para enfrentar con éxito al crimen, que no exigen a los jueces no dejar libres a los delincuentes. Tomar la justicia por propia mano, no obstante, es muy peligroso. Y alentarlo, un acto de irresponsabilidad de magnitudes siderales. Aún no entiendo cómo Augusto Thorndike, en un arrebato de impotencia –y buenas intenciones, en el fondo, quiero creer– ha lanzado su propia, singular e igualmente descabellada, campaña: “chapa a tus jueces ineptos y corruptos y déjalos paralíticos”. No, Augusto, no estoy de acuerdo con tu opinión.

INFORME FINAL: DOCE AÑOS. Hace pocos días se conmemoró un aniversario más de la presentación del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. En estos doce años, algunos sectores han sostenido una vigorosa campaña de desprestigio del informe en base a las mentiras más descaradas y que fácilmente cualquiera que haya leído el Informe podría desbaratar. Y es que, como señala Félix Reátegui, en un artículo publicado en un diario local, el Informe, más allá de endilgar responsabilidades, propone una necesaria “reflexión exigente sobre los viejos defectos de nuestro Estado, nuestra sociedad y nuestra cultura, y una demanda de regeneración o de restauración de valores perdidos”. Una reflexión cada vez más urgente.

Por: Carlos M. Sotomayor

Carlos Sotomayor
02 de septiembre del 2015

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