Mabel Huertas

Un poquito de fe

Un poquito de fe
Mabel Huertas
26 de junio del 2014

Sobre el vehemente ministro Urresti y sus promesas

La delincuencia tiene los días contados, dice el Ministro del Interior Daniel Urresti. ¡Oh coincidencia! las mismas palabras utilizó en abril de este mismo año, cuando prometió reducir a cero la minería informal. De hecho se impuso una meta: para diciembre la minería ilegal estaría totalmente erradicada de nuestra selva (Andina, 14 abril 2914) .

Desde su designación como Alto Comisionado para la Formalización de la Minería Ilegal, en setiembre del 2013, Urresti ha comandado interdicciones en la selva, en las que convocó a la prensa que, con cámara en mano, registró cómo las fuerzas del orden dinamitaban dragas y detenían a trabajadores ilegales que, por cierto, son los más débiles de la mafia del oro.

Todos aplaudimos. Por fin alguien se atrevía a enfrentar uno de los peores males del país que no solo nos deja tierras envenenadas, sino que también es el germen del más vil de los delitos, la trata de personas.

Dicen que esa mano dura lo ha llevado a encabezar un ministerio perdido en un laberinto y abandonado a la suerte. No me queda claro si su gestión como Alto Comisionado fue exitosa, finalmente esa mano dura logró que, en dos años, sólo se formalizaran 2 mil de casi 200 mil mineros, y que otros 70 mil firmen un compromiso a futuro. Lo que si me queda claro es que su promesa, avivada por el entusiasmo, era imposible de cumplir. Digamos que, en el mejor de los casos, Urresti no advirtió que el sistema no se movía a su ritmo; es más, que jugaba en contra.

Ahora el flamante Ministro del Interior hace gala del mismo estilo, del mismo discurso y quizá la misma ceguera. Se ha apurado en dar entrevistas y prometerle lo imposible a un país urgido de liderazgo y seguridad: desde reducir los índices de delincuencia para diciembre, hasta desterrar las combis asesinas (¿?), entre otros anuncios impactantes. En comparación a la ausencia que proyectaba el ex Ministro Walter Albán, es algo. Además, ha pechado a sus críticos y ha salido a la calle a dirigir operativos.

El mensaje del vehemente Ministro, que promete no darle tregua a la delincuencia, puede haber calado en ese 31.4% de limeños autoritarios (Datum) que reclaman “mano dura”. Pero los esfuerzos o disfuerzos de Urresti por imponerse como líder pueden convertirlo en una caricatura, si es que más allá de la foto no profundiza en los problemas de un sector podrido desde la médula, y si no advierte los obstáculos internos y externos que deberá vencer. Jugar con las expectativas sobre lo más valioso en un ciudadano, su seguridad, puede costarle caro al sexto Ministro del Interior.

Ya prometió lo imposible como Alto Comisionado, pero sus funciones interrumpidas no han permitido exigirle cuentas. Ahora nos tocará saber si cumple con lo anunciado en seguridad. Aún tiene tiempo para encontrar el equilibrio que lo lleve a trazarse metas realistas y por supuesto alcanzarlas.

No queda nada más que tener un poquito de fe.

Por Mabel Huertas

Mabel Huertas
26 de junio del 2014

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